SARCASMO E HIPOCRESÍA
Es, sin duda alguna, decir que nuestro
país va proa al marisco, que más o menos desde hace unos 25 años hasta hoy, no ha
habido un gobierno con los suficientes “CILINDROS” para cambiarle el rumbo. Afirmar
como prueba de ello que los brutales “RECORTES” impuestos por “DECRETO” como
en cualquier dictadura, (que en nuestro país ya lo es), como se entiende si no,
¿que de un plumazo se nos quite lo que tanto nos ha costado conseguir? Sarcasmo
más que mordaz e hipocresía, la “FAMILIA” hoy en el poder por conveniencias
personales y especulativas, han dictado y condenado que todos los ciudadanos
continuemos atravesando una situación tan triste y desgraciada como nunca se
había visto. Pregunten a los empresarios cual es su actual prosperidad, y les
contestarán que consiste en no tener por sus negocios sino apenas una parte de
las rentas que antes percibían, “quien la tiene, son muchísimas las empresas
cerradas) y continuar pagando hoy mayores contribuciones que antes. Los empresarios
dirán que por nada quieren las representaciones, pues que los artículos no
tienen salida ni aun a precios tan bajos que causan su ruina.
Los profesionales y jóvenes con
brillantes carreras terminadas que ya no pueden vivir aquí por falta de trabajo
y porque lo poco que hacen ha de ser a bajo precio y con graves dificultades
para el cobro. Los comerciantes, que el comercio está completamente paralizado
y en tal
grado de decadencia como jamás se ha visto, por lo que muchos han tenido que
abandonarlos. Los letrados, que no tienen en que ocuparse sino en pleitos y juicios
orales de pobres por riguroso turno ó especiales recomendaciones, siendo, por
lo tanto, muy contados los que pueden pagar un amanuense. Calcúlese lo que
dirán los notarios y los procuradores. Los médicos, que tienen que hacer muchas
horas de guardia para conseguir un salario digno, que las pocas personas que
pasan por su consulta particular de quienes pudieran prometerse el pago de sus
honorarios no quieren enfermar, si bien son muchas las visitas que tienen que
hacer. Los funcionarios, que cada vez
tienen los sueldos más bajos y tienen que trabajar más horas. Los
farmacéuticos, que esperan que el gobierno se digne pagar las facturas
atrasadas para poder continuar y no despedir personal. Los contratos basura
impuestos a los ciudadanos, con la bendición del gobierno y la aprobación de
los sindicatos. Si esto que digo no son suposiciones, ojalá lo fueran, sino
verdades demostradas que las estamos sufriendo, oyendo y palpando diariamente,
¿quiénes serán de estos habitantes los que se hallen en ese estado floreciente
y de supuesta prosperidad de este país á que nos referimos? Quizá puedan serlo la
“FAMILIA”, los “BANQUEROS” los “ESPECULADORES” que disfrutando de grandes
sueldos y escandalosas pensiones, consideren, a lo Luis XIV, que estando ellos
bien, el país prospera y florece. Pero, como en realidad los sueldos de los
empleados, cada vez más bajos, en nada guardan relación con las eventualidades,
las alzas y bajas que experimenta la riqueza pública; como esos
sueldos constituyen una parte muy mínima de los intereses generales de este país,
esa creencia no pasa de ser una ilusión egoísta que, lejos de favorecer,
perjudica a la afirmación que combatimos. Pero la prosperidad de un país ha de
juzgarse por el fomento de sus intereses generales, por el bienestar de todas
las clases que lo constituyen, por el progresivo aumento é importancia de sus
principales ramos de riqueza, y no por la buena suerte de unos cuantos que,
comparados con la generalidad, suman una mínima parte de sus habitantes. Y este
es, precisamente, el caso en que hoy nos encontramos.
¿A qué, pues, afirmar la
ventura de un pueblo, cuando serán muy pocos los que no se lamenten de su
miseria, que no miren airados el que tan despreocupadamente se les arroje a su
rostro semejante sarcasmo? ¿Es acaso el que con esas impremeditadas palabras
se intente reaccionar la opinión pública respecto de faltas, de errores y de
sostenidas contrariedades que, por evidenciadas, no tienen disculpa? Pues no es
ese el camino. No con palabras sino con hechos se ha de demostrar lo contrario;
y para conseguirlo preciso es que se varíe de conducta, que se siga una
política distinta de la hasta ahora observada, que se acate y se haga mérito de
la opinión pública que nunca se engaña ni puede ser engañada. Los mismos que,
por sus fines particulares, aplauden todo incondicionalmente é intentan defender
lo indefendible, esos mismos se unen en su conciencia a las censuras de la
generalidad. Una triste experiencia nos demuestra que en cada año, en cada mes
y en cada día vamos empeorando. ¿Dónde, pues, está esa prosperidad? Que la “FAMILIA” tanto alardea ¿Será en la
sensible y extraordinaria baja del valor de la propiedad, en la completa
ruina de la agricultura y el comercio, en la paralización de las artes y la
cultura, en el desmantelamiento de la sanidad y servicios sociales, en la de
toda clase de negocios, en la falta de trabajo, en lo exorbitante de las
contribuciones que, por lo que ha disminuido nuestra riqueza y no pueden pagarse?
¡Qué son tantas las promesas!
¿A verlas? ¿Pues cómo se han de encontrar si todos están emigrando al
extranjero huyendo de la espantosa miseria
en que aquí se ven envueltos? En medio de esta horrible situación que para
coronarla tiene por apéndice el quebrantamiento de la integridad de nuestro Sistema
Jurídico, nuestro Sistema Político, nuestro Sistema Legislativo y nuestra
Constitución y todo gracias a tanto “CHORIZO” que ni se enmiendan ni se arrepienten
de hacernos daño, y después de tantas desgracias y tantos descalabros como
llevamos sufridos, solo falta que esas desgracias y esos descalabros se
consideren como méritos y servicios de que deba hacerse mención honorífica.
Recientemente, desde el
Congreso de los diputados, una vez más, la “FAMILIA” en el poder nos ha dado
una lección de como se gobierna este país. Nos dio una lección del arte
arrogante y prepotente, nos dio una lección del arte despreciable y
discriminatorio, nos dio una lección del arte corrupto y fullero, nos dio una lección
del arte chabacano y soez. Con sutil golfería y grosera cultura, nos dijeron, que
nos “JODAMOS” Sarcasmo más que mordaz e hipocresía.
La pregunta es: ¿Podemos deshacernos de estos
detritus políticos, especulativos y fulleros? SI.
Islandia lo hizo con solo 331.000
habitantes. Lo que los Gobiernos pactan, los votantes lo pueden hacer trizas.
Así han decidido actuar los islandeses.
España tiene casi 47 millones.
“En tiempos
de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”
George Orwell
José
Antonio del Rosario