EL PROBLEMA
POLÍTICO
Aunque
alegremente “LA FAMILIA del VIERNES”
niegue los despropósitos ministeriales, el
problema político existe, está planteado hace tiempo y precisa una solución que
ya es urgente. Consecuencia de ese problema político todavía sin solución son
esos otros de orden social, sanitario, económico, cultural, laboral, etc., que
inquietan a la opinión pública y crean en este País una situación cada día más
difícil y nefasta.
En el comienzo
de cada semana parlamentaria hay en el País un movimiento de expectación, de
vivo interés, de verdadera ansiedad, que se traduce en la esperanza de un
posible cambio de política, no en el sentido dictatorial actual, sino con una
orientación Democrática que permita la convivencia de las fuerzas sociales más
antagónicas y facilite el equilibrio entre los factores indispensables en una
auténtica Democracia, y que al margen de ésta hoy se hallan en pugna, destruyendo,
en un insensato forcejeo, cuando no en encarnizada batalla, la economía
nacional. Transcurrida la semana parlamentaria, con un breve espacio de tiempo consagrado
a nimiedades políticas de grupos, vienen las inútiles expansiones verbalistas
por esas Comunidades o reinos de Taifa, y con ellas la decepción de la mayoría
de los ciudadanos, que ya no quieren palabras, sino hechos, y hechos
inmediatos.
Se ha llegado a extremos de gravedad y peligro que exigen inmediatos remedios,
rápidas soluciones, aunque la rapidez que las circunstancias demandan no
justifique en ningún caso la ligereza. Porque lo que se precisa son soluciones
bien meditadas.
Es llegada la
hora del patriotismo, de la exaltación de la “honradez y transparencia” (matrimonio aún no encontrado); La hora
de los sacrificios de la “FAMILIA del
VIERNES” y de las abnegaciones partidistas. Este País necesita hoy una
política que ofrezca garantías a todos los sectores de la ciudadanía, pero no
una política de clases ni de partidos, ni de mafias, ni de amiguismos, ni de
corrupciones, ni de intereses personales. Un solo color en estos momentos como
el actual, nos demuestra sus fatales consecuencias. No importa si rojo o negro,
igualmente funestos. Son necesarios los matices para calmar las inquietudes depredadoras
de la izquierda, de la
derecha, del centro, del norte, del sur y la demás allá.
El Poder en manos de una mayoría que práctica formas,
modelos y políticas de cortes dictatoriales en el Gobierno de la Nación, es de
tan lamentables consecuencias como en las de conservadores y progresistas,
socialistas, etc. Con el radicalismo
en el Gobierno, el derrumbamiento
de la economía nacional no tiene remedio; el mando de las derechas radicales,
al servicio de sus socios de viaje, acarreará la Revolución Social. Dicho queda,
que este País necesita en esta hora grave y peligrosa, una política Democrática
de equilibrio en todos los sectores.
José Antonio del Rosario