LA ESPAÑA POR LA QUE DEBEMOS LUCHAR (1)
Cada vez que meditamos acerca de la cuestión que
hoy absorbe el pensamiento de la mayoría de los ciudadanos en cuanto a
formaciones y partidos políticos; cada vez que oímos sostener que en el
establecimiento de la “Familia del Viernes” en el poder de la Nación estriba la
felicidad y el porvenir de España, más y más nos convencemos de la
deleznable base en que se apoya tal opinión, más y más perseveramos en nuestra
idea, ya. Claramente manifestada, de que la Democracia es la única solución posible
en la presente crisis, y la única forma de gobierno que, consolidando las
libertades públicas, puede poner a la nación al nivel en que se encuentran los
demás países de la civilizada y democrática Europa.
Mucho se declama en contra de la Democracia,
mucho se grita en favor de la anulación y represión de las libertades por los
que quieren hacer en un día lo que ha de ser obra del tiempo, que, como lo confirma
la historia, es el encargado de abrir paso a las nuevas ideas y de indicar el
momento oportuno de su aplicación práctica; pero todavía no hemos oído a los
impugnadores de la primera, ninguna razón sólida, ningún argumento serio, capaz
de hacernos vacilar en nuestras creencias y de encender en nosotros la fe dictatorial
y represiva que ellos quieren imponernos.
¿Para qué piden, nos dicen, el
restablecimiento de un Gobierno democrático, si saben que en más de treinta
años que ha tenido de existencia, no ha resuelto en España la cuestión social y
política? Y yo pregunto ¿tiene alguna fuerza semejante argumento? ¿Es lógico condenar
en absoluto una institución, porque en
un país determinado y por un conjunto de causas que todos conocemos, no haya
producido sus naturales y provechosos resultados? ¿No es democrático-constitucional la mayor
parte de Europa, y no debe a esta forma de gobierno su engrandecimiento, su
ilustración y su prosperidad?
Si lo dudan, interrogad a la mayoría de los ciudadanos.
Contra el dominio absoluto que pretende ejercer “La Familia del Viernes” la banca,
empresarios y otros, ya se levantó unido el barrio del Gamonal (Burgos), y le
obligaron a desistir del “Gran Pelotazo” preparado, base de su constitución
política. Cuando un Gobierno viola el pacto fundamental y atropella los
derechos y libertades en él consignados, una revolución viene a hacerle conocer
que los ciudadanos no consienten que se les arrebaten sus fueros y privilegios,
y que están firme y enérgicamente decididos a asegurarlos y garantizarlos contra
los excesos del poder constituido.
Esperamos desde entonces, el restablecimiento,
la cordura y la inteligencia entre el Gobierno y el pueblo, con sinceridad y
buena fe por una y otra parte, echó hondas raíces la Democracia Constitucional
en la mayor parte de Europa, alcanzando a su sombra un grado de esplendor, de riqueza y de prosperidad,
que la colocan a la cabeza de las naciones del Mundo. No; no es la Democracia la
que se opone a la libertad, la Democracia Constitucional Europea, fue
la que guardó fielmente el sagrado depósito de las libertades públicas, políticas
y sociales cuando en los siglos XIX y principios del XX, casi desaparecían del continente, y con la práctica sincera de
aquella forma de gobierno, durante largo tiempo ejercida, ha ido resolviendo,
de acuerdo con la opinión pública, todos los problemas políticos y sociales,
sin necesidad de nuevos trastornos ni conmociones.
Interrogad a otras Naciones, como: Noruega,
Suecia, Finlandia, Suiza, Dinamarca, Nueva Zelanda, Holanda, Irlanda…., eminentemente
democráticas. Han sabido hacer una constitución modelo, base del maravilloso desarrollo
de sus fuentes de riqueza, y de la influencia que ejerce en Europa. La Democracia
Constitucional está allí perfectamente aclimatada.
Esta es la forma de gobierno que ha hecho
libres, prósperos y florecientes a la mayor parte de los estados
europeos, y la que está llamada a condenar con la implicación y participación
de la mayoría de sus ciudadanos, las políticas dictatoriales que hoy gobierna España,
sin necesidad de romper bruscamente con su pasado, sin buscar en importaciones
exóticas el remedio a sus desgracias. Si, la Democracia Constitucional es la
que presenta más fácil solución a todos los problemas en la vieja España.
Después de tantas revueltas, después de tantos ensayos, después de tantos
recortes, después de tantas miserias, después de tantos muertos por él camino,
de tanta corrupción, de tanta mafia y de tantas vicisitudes, que dicho sea de
paso “las facturas de tanto despropósito y tanta porquería, siempre terminamos
pagándolas los de siempre, los que menos tienen, los más vulnerables” vuelve
los ojos a ella para disfrutar a su amparo, de la libertad ordenada que
imperiosamente exige la época que vivimos.
No hay que forjarse ilusiones, la España dictatorial
sería una nota, discordante en el gran concierto de las democracias europeas;
la España dictatorial, si por desgracia llegara a imperar esta forma de
gobierno, nacería condenada a morir en breve tiempo, para dar plaza a la Democracia
Constitucional, fórmula hoy del derecho político en Europa. Por eso, en vez de
ensayos peligrosos, de importaciones extrañas y de aclimataciones, imposibles, la
mayoría de los ciudadanos pedimos, como remedio a los males de la madre patria,
el planteamiento franco y sincero del sistema democrático constitucional,
cimentado en la buena fe de los partidos políticos y robustecido por las
costumbres públicas y el derecho ciudadano.
José Antonio
del Rosario