POLÍTICAS RASTRERAS, RASTREROS DE LA POLÍTICA
Toda política, como rastrera que es, necesita
de un desaprensivo, de un tipo que carezca por completo hasta de valor
personal, pero que tenga labia, mucha pillería, que sea descarado en la
mentira, cobarde y rufián en la oratoria, despreciativo con su oponente,
intolerante con el pueblo.
Si, a ese individuo/a se le toleran muchas
cosas, porque sabe todos los secretos,
de los que son los Jefes, y
les tiene según dice, cogidos
por los cilindros, y aprovechándose de esto, atropella, hace y
deshace, pone en ridículo a la ley, a las autoridades y a todo el que figure en
algo, y estos mismos son los primeros en asegurarle la impunidad. Se decía que
el antecesor era malo, y que estaba entregado a él por completo. Pero triste es
confesarlo. Del actual se burla, se ríe y lo tiene ya (dice, y pregona él), supuestamente
en el bolsillo. La cobardía, la envidia, la mentira y los rencores es el común
diario de la política en este país.
Esos hombres y mujeres sagaces y prácticos en
extraviar, confundir y mentir a la muchedumbre, formando alianzas ocultas y se
conciertan de mil maneras, teniendo siempre por norte su interés personal, que
saben encubrir y disfrazar con apariencias de una nobleza y un patriotismo que
seducen al más prevenido.
En todos los países hay una clase de hombres y
mujeres que, escépticos en política, tienen por órgano de doctrina determinados
medios de comunicación acomodables a todas las circunstancias, y se visten de
todos los colores que creen convenientes a su fin preconcebido. Esa clase de
hombres y mujeres no solamente está prevenida para rebajar o subir su color
político, la puesta en escena en los medios afines con manipuladoras ofertas, ¿escraches?
les da ventaja para presentarse de nuevo cambiada la afiliación y acomodar la embarcación
con el objeto de navegar siempre con viento favorable y arribar a puerto
seguro. Eso sí, presumen de ideólogos en sus vanales discursos.
Todos creemos o creímos de buena fe, que
aquellos actos eran sinceros y de legítima política; pero cuando llegó la
ocasión en que había de saberse la verdad, vimos que en ese partido o el otro, en
aquella formación o en la otra, cuyos afiliados habían protestado presentando
su dimisión en el concepto de que eran radicales, dictatoriales, no
democráticos, no se ajustaban a sus pretensiones, no habían sido bien
comprendidos, se sentían engañados, y nosotros nos quedamos como quien ve
visiones, sin saber cuál era la causa, si la mucha habilidad de aquellos o la
ignorante torpeza nuestra.
Soy amigo de la libertad y amante del orden, sensato
enemigo del libertinaje y del desorden, que rinde culto a las ideas
democráticas rechazando principios disolventes que fraccionan a la sociedad y
desarraigan sus organismos, que odia noblemente ya el despotismo ya la opresión
demagógica. Ciudadano que aborrece el clientelismo político-empresarial y
político-judicial, que sólo inspiran conductas abominables de corte mafioso, de
prácticas mezquinas y vergonzosas.
Quiero (como la mayoría) reformas, libertad,
economía, cultura, sanidad, solidaridad, trabajo y sobre todo justicia y
moralidad, tanto arriba como abajo, tanto en los gobernantes como en los
gobernados. Habito en un país que hoy vive una vida mercenaria que lo infama,
que lo envilece y que provoca la risa y el escarnio de las extrañas gentes de
otras naciones.
Quiero orden, tranquilidad y paz, mientras los
supremos poderes hacedores de las leyes, las garanticen y las cumplan, mientras
no se escatimen y mengüen las libertades que una democracia proclamó en días de
regocijo y gloria, a costa de sacrificios y de grandes sufrimientos; mientras
todos se mantengan dentro de sus límites y no se causen agravios que intercedan
profundamente la dignidad del país y el decoro popular; y quiero, en fin, cese
el esquilmo, la corruptela, la malversación escandalosa que en años se ha
mostrado evidente sin guardar siquiera las formas del pudor, y que no prosiga
ese irritante abandono que han tenido los últimos gobiernos como el actual, en
todas las cuestiones de material interés.
El objetivo preferente será que los
gobernantes oigan el clamor incesante que se alza del seno de la mayoría de los
ciudadanos, sobre las cuáles se descarga cruelmente el látigo de los poderes
públicos, y pedir el remedio del mal, contrariando abiertamente toda medida que
tienda a acrecentar la deuda pública por decreto impuesta, los impuestos que
actualmente gravitan con abrumadora desproporción, y que hacen presagiar la
inminente y vergonzosa ruina. Defendamos con firmeza los inviolables derechos
del hombre y la mujer, exigiendo a un tiempo mismo el cumplimiento estricto de
una ley justa, no viciada políticamente, para que una dictadura y anarquía no
se entronice, no domine, ni avasalle, ni atropelle todo.
Entre nosotros el sufragio universal o sistema
electoral que es una de las conquistas más preciosas que nos trajo la Democracia,
en el pueblo está el procurar por todos
los medios posibles generalizar la instrucción popular, o nos hará retroceder
al sistema feudal. Hoy más que nunca, toca modificar la Constitución y el
Sistema Electoral para no seguir creando una clase de pequeños déspotas, que ambiciosos
unos, muchos de influencias bastardas, de enriquecerse otros, y todos de
dominar las masas incautas e ignorantes, nos conducirán a las urnas electorales
como los pastores conducen las ovejas al corral.
José Antonio del Rosario