jueves, 27 de noviembre de 2014

EL PASADO GENERAL QUE ACONTECE

EL PASADO GENERAL QUE ACONTECE

Todo lo que pasa y acontece en Canarias indica bien a las claras que la verdadera revolución democrática está llamando a las puertas. Convertida las Coaliciones de Coaliciones más Coaliciones oportunistas y chanchulleras en una cuasi-restauración del antiguo régimen; marchitas las esperanzas que hace años hicieron concebir los hombres y mujeres del nacionalismo radical, encumbrados al poder en medio de generales aplausos; roto ya el débil lazo de benevolencia que los demócratas-republicanos tendieron a aquellos, cuando todo eran promesas, reformas, moralidad, economías y otros tantos halagüeños propósitos, ha quedado solo el Gobierno Nacionalista en frente de temibles adversarios, trabajando activamente su descrédito, agitándose para caer en la más completa ruina, y moviéndose únicamente para poner de manifiesto su debilidad, su impotencia, sus contradicciones y sus torpezas.

Sin querer comprender los nacionalistas (eso quieren hacernos creer) que los males políticos actuales nacen del Nacional-Comunismo-Socialismo, y de la dinastía de la Dictadura, y achacando toda culpa a los diferentes partidos con los que tuvieron que hacer coalición para gobernar, y estos se han dejado ir por la corriente, tras la ATIcoalición-Nacionalista y sus caprichos, sus veleidades y antojos, y como lógica y natural consecuencia marchan ya a agigantados pasos hacía una caída escandalosa y funesta. Y por creer que hay buen arreglo con un simple cambio de personas, con habilidosas mistificaciones, haciendo concesiones y guiños de rotura de pacto con el partido de viaje. Con tímidas y escogidas reconciliaciones hacia el Gobierno de la Nación, risueñas unas veces y complacientes otras, el Gobierno de Canarias se ha desacreditado por completo.

Los demócratas-republicanos, más que nadie, debemos sentir estas defecciones, porque el rancio nacionalismo, comunismo y socialismo, más que otros, aplaudieron la subida del desvencijado partido , no transigiendo con la Democracia, ni con sus partidarios, ni en la víspera, en aquellas horas fundamentales no cuestionaban la libertad democrática; llamada a despejar poco a poco el camino que ha de conducirnos a la Democracia bien pronto, sin revoluciones y sin sangrientos motines, cuyo resultado positivo es hoy por hoy, desgastar y consumir preciosas y necesarias fuerzas.

Pero aun cuando lo sientan y lo lamenten: solo les queda el recurso de ponerse frente al pueblo, y este le hará cruda guerra. Ya que los abusos y desaciertos del poder han sido mayores de día en día; se ha hecho un juego insufrible y repugnante de un constitucionalismo bastardo e interesado; se ha entronizado la reacción de una manera procaz y descarada, sí, se ha dado una prueba más de que no hay modo de combatir dentro de la legalidad, a Gobiernos y a poderes que prescinden completamente de ella. ¿Qué conducta le impone su honra y su prestigio?

Combatir a Gobiernos y partidos, que pisoteando el territorio Insular se creen dueños y señores de la finca, despreciando y pasándose por el arco del triunfo la Constitución, las Leyes vigentes, Ordenanzas y Normativas, etc, sin darle hora de paz, ni punto de reposo; combatirlo en todas partes, si inútil es la lucha noble de los Parlamentos; combatirlo en los clubs, en mítines, en tertulias y en los medios de comunicación sin treguas ni armisticios; combatirlo a cara descubierta, arrancándoles la máscara hipócrita que los cubre; y combatirlos, en fin, recordándoles sus promesas, y sus compromisos solemnes, para que el pueblo, viendo como se le ha engañado vil y cobardemente los aborrezcan.

Bien merecido tienen este premio los que aun corriendo peligro de muerte la libertad, tienden sus brazos a la dinastía conservadora-radical, los que aún amenazando de ruina la obra democrática, acuden a sostener poderes corruptos, y los que, aún oscureciéndose el porvenir del País, tiemblan y vacilan sin obrar, por no lastimar sentimientos que no deben atenderse en semejantes circunstancias.

Y el caso es que todas las opiniones fluctúan, que riñen en empeñada y cruda batalla los elementos políticos, que ciertas instituciones se hallan ya fuera de quicio, y que todo hace presentir un rompimiento, tras del cual nadie sabe lo que pasará en el nuestro desgraciado Archipiélago Canario.

¡Qué asco es convivir, entre cobardes intereses!



José Antonio del Rosario