INDEFERENTISMO
Años antes del advenimiento de una nueva
Democracia, me asombraba el que muchos escritores, profesores, periodistas y
ciudadanos de todas las regiones de España, no vieran que a espaldas de la
Dictadura se estaba gestando un intento de revolución social y cultural, en
parte dirigidos por los exiliados que tuvieron que huir del país, unos por las
miserables condiciones de vida, otros en busca de libertad y poder desarrollar
sus profesiones lejos de un país donde sus vidas peligraban.
Si la Dictadura burguesa nuevamente
gobierna, o tendrá que ametrallar a la gente de la calle, o tendrá que pactar
con ella una Democracia justa y real. Esto último quizás no se dará.
Primero había que hacer Cortes
Constituyentes cuyos miembros representen y trabajen por la soberanía del
pueblo, no que la vendan. Todos los políticos ansían que se forme cuanto antes
el nuevo gobierno para tener su momento de gloria, de mostrar su arte de actores
comediantes. La gran batalla oratoria anterior terminó con una constitución
ridícula, llena de lagunas y artículos de conveniencia. De esa constitución sólo
se pudo llevar a la práctica las desigualdades y frustraciones para el pueblo.
La cuestión era lucirse, arengar con luz y taquígrafos. El parlamentarismo no
ha demostrado más, sino que es un buen medio para los arribistas, para los
ambiciosos que van a hacer su carrera.
Con la gran batalla política y
parlamentaria, vino lo que se llamó el enchufe y vemos a ministros, a presidentes,
a diputados, a familiares, amiguismos y exdetodo, echándoselas de
conquistadores en automóviles de marca con cabareteras, en copiosas comidas de
almuerzo y cenas, corruptos en una juerga continua con la cartera llena a costa
del contribuyente. Estos Petrónios de escaleras de servicio no ven el interés
del país sino el éxito propio y para obtener el éxito ante el público,
cualquiera cosa puede venir bien.
En una España donde han dejado cientos de
muertos, enfermos crónicos y lisiados de por vida por interesados recortes. En
un ambiente de sensacionalismo así, es imposible que se haga nada serio. Se
dicen las cosas más absurdas. Así una concejala en el Ayuntamiento de Santa
Cruz de Tenerife, por CC-PNC dijo; “No figura ninguna asociación con las siglas
ONG a las que el Ayuntamiento tenga cedido un local, si otras asociaciones.
Pero con esas siglas no”. La concejala ha asegurado que la prehistoria es una
ciencia reaccionaria. Lo mismo ha podido decir que la geometría es comunista.
Toda esta algarrada (máquina usada por
los antiguos para tirar piedras) parlamentaria la ha jaleado la prensa, porque
para ella las reseñas de los escándalos del Congreso son un ingreso que
ocasiona poco gasto. Toda esta decoración sobra, toda esta mentira la ha engendrado
la mala política, le ha dado una vida y hace que la gente; creyéndola una gran
cosa, se lance a matar y a morir. Hemos buscado lejos lo que hemos tenido
siempre al alcance de la mano, y olvidando nuestras clásicas virtudes, por asimilación
de lo ajeno, nuestra pobre Democracia anterior fue de tumbo en tumbo hasta su
definitivo fracaso...
¡Quién diría a nuestros abuelos que en
nuestras ciudades, habrían de oírse voces de políticos ordenando que en sus
edificios públicos, sustituyendo la enseña nacional, habría de flotar banderas
demagógicas, a la que acaso el impudor populachero ha visto desfilar, con
vítores, ante el propio monumento de la estupidez y la sinrazón!...
Frente a los débiles sistemas
democráticos, el fascismo está en un estado de posición absoluta, así como en
el dominio político y económico. Es preciso no exagerar por simples razones de
polémica actual la importancia de los sistemas dictatoriales en el siglo
último, puesto que no fue más que una de las numerosas doctrinas florecidas para
hacer de ella una religión de la humanidad para todos los tiempos presentes y
futuros.
¿Tienen sed de sangre los dioses dictatoriales?
Ahora el fascismo está a punto de cerrar las puertas de sus templos desiertos, porque
los pueblos sienten que su agnosticismo en materia económica, su indeferentismo
en materia política y moral conducirían, como ya se ha producido, a una ruina segura
de los Estados.
José Antonio del
Rosario