sábado, 16 de enero de 2016

TOCANDO HASTA EL AMANECER




TOCANDO HASTA EL AMANECER

 

 

      Casi todos conocemos que el perro se echa en la última vuelta, pero desconocemos por mucha observancia que pongamos en ello, en cuál de ellas se echa un político. Por muchas vueltas que nos demos, no acabamos de concretar la actitud de algunos políticos provisionales, o nacidos a la política por arte de birlibirloque, de intentar mantenerse en la primera línea de la información a costa, de echarse un estercolero encima. Con tal de salir aquí y allá, y que el tonto funeral del pueblo lo elogie festivo por haberlo leído y oído en los medios de comunicación.

 
      Resulta frecuente trompicarnos con toletadas quejas o acusaciones contra este presidente, contra aquel alcalde, contra ese concejal, o contra el diputado de colores varios.  Incluso, se llega a al paranoico comentario de culpar a fulano de tal o de cual porque no le había prestado sino la mínima atención que merecía. La oposición, a falta de otra cosa, resuelve la porquería vieja y familiar en los bolsillos de los gobernantes; hasta dentro de los propios partidos políticos, la lucha por el poder llega a ser humillante y vergonzosa para los ciudadanos.

 
      Mientras, en los procesos de elecciones internas no se ocultan al público las podredumbres intimas y las ambiciones personales, lanzando pullas y traspiés y alguna que otra pardelera a los demás correligionarios, cuando la calma se vuelve chicha esos mismos marrulleros y desequilibradores justifican sus posturas como propias de las buenas familias, en este caso políticas. Lo cierto es que nuestras miradas ciudadanas se vuelven opacas intentando hallar la más pequeña verdad y honradez en la mayoría de los políticos que nos rodean. Porque, hasta eso, los funcionarios de los organismos públicos, los más que decían acosar y reducir las deshonras, son acusados, ahora y puestos en tela de juicio, por la misma razón. Será por eso de que el que a hierro mata, a hierro muere.

 
      Es una realidad política que los actuales actores gobernantes, por las razones que sean, no han estado a la altura de las circunstancias. El pueblo necesita algo más concreto, precisamente, por no estar satisfecho con la obra de un gobierno que evidencia al fin, la falta de esa realidad y el olvido de fundamentales deberes. No se gobierna para sí mismo, para una casta ni para una clase; se gobierna para toda la nación, para el conjunto de distintas ideas y de distintos procedimientos que forman el conglomerado de los ciudadanos. Y a esto hay que responder. En un sistema democrático este es el punto esencial al que hay que atender preferentemente.
 

      La formación del nuevo Gobierno trata de prolongarse hasta el último minuto, su actual presidente en funciones no quiere abandonar el machito, entretanto el País tiene planteados grandes problemas cuyo estudio ni siquiera se han empezado unos, a medias otros y sobre el papel miles, por promesas electoralistas. Mientras, sus señorías siguen cobrando sus grandes sueldos sin dar golpe. Hay que hablarle claro a los ciudadanos y elaborar la obra de un gobierno encaminada a buscar soluciones inmediatas y futuras. Lo que no puede continuar por más tiempo es la falta de firmeza cotidiana y la falta de un sentido concreto, ni tampoco es justo la confusión existente dentro de los partidos.

 
      Los ciudadanos pedimos una posición concreta y firme al nuevo gobierno que llega, y una oposición consiente y razonada que responda en todo momento a la realidad política del País. No queremos de modo alguno, la vuelta de unas Cortes con tendencia vitalicia y a una nación que espera el verdadero camino de su redención cultural, económica, política y social.

 

P. D. Me niego a tocar hasta el amanecer; ays tristes y lastimosos, lágrimas sangrientas, hogares desolados, ruina, miseria, hambre, deshonra y muerte.

 
 

José Antonio del Rosario