TOCANDO HASTA EL AMANECER
Casi todos conocemos que el perro se echa
en la última vuelta, pero desconocemos por mucha observancia que pongamos en
ello, en cuál de ellas se echa un político. Por muchas vueltas que nos demos,
no acabamos de concretar la actitud de algunos políticos provisionales, o
nacidos a la política por arte de birlibirloque, de intentar mantenerse en la
primera línea de la información a costa, de echarse un estercolero encima. Con
tal de salir aquí y allá, y que el tonto funeral del pueblo lo elogie festivo
por haberlo leído y oído en los medios de comunicación.
Resulta frecuente trompicarnos
con toletadas quejas o acusaciones contra este presidente, contra aquel alcalde,
contra ese concejal, o contra el diputado de colores varios. Incluso, se llega a al paranoico comentario de
culpar a fulano de tal o de cual porque no le había prestado sino la mínima
atención que merecía. La oposición, a falta de otra cosa, resuelve la porquería
vieja y familiar en los bolsillos de los gobernantes; hasta dentro de los
propios partidos políticos, la lucha por el poder llega a ser humillante y
vergonzosa para los ciudadanos.
Mientras, en los procesos de elecciones
internas no se ocultan al público las podredumbres intimas y las ambiciones
personales, lanzando pullas y traspiés y alguna que otra pardelera a los demás
correligionarios, cuando la calma se vuelve chicha esos mismos marrulleros y
desequilibradores justifican sus posturas como propias de las buenas familias,
en este caso políticas. Lo cierto es que nuestras miradas ciudadanas se vuelven
opacas intentando hallar la más pequeña verdad y honradez en la mayoría de los
políticos que nos rodean. Porque, hasta eso, los funcionarios de los organismos
públicos, los más que decían acosar y reducir las deshonras, son acusados, ahora
y puestos en tela de juicio, por la misma razón. Será por eso de que el que a
hierro mata, a hierro muere.
Es una realidad política que los actuales
actores gobernantes, por las razones que sean, no han estado a la altura de las
circunstancias. El pueblo necesita algo más concreto, precisamente, por no
estar satisfecho con la obra de un gobierno que evidencia al fin, la falta de
esa realidad y el olvido de fundamentales deberes. No se gobierna para sí
mismo, para una casta ni para una clase; se gobierna para toda la nación, para
el conjunto de distintas ideas y de distintos procedimientos que forman el
conglomerado de los ciudadanos. Y a esto hay que responder. En un sistema
democrático este es el punto esencial al que hay que atender preferentemente.
La formación del nuevo Gobierno trata de
prolongarse hasta el último minuto, su actual presidente en funciones no quiere
abandonar el machito, entretanto el País tiene planteados grandes problemas
cuyo estudio ni siquiera
se han empezado unos, a medias otros y sobre el papel
miles, por promesas electoralistas. Mientras, sus señorías siguen cobrando sus
grandes sueldos sin dar golpe. Hay que hablarle claro a los ciudadanos y
elaborar la obra de un gobierno encaminada a buscar soluciones inmediatas y
futuras. Lo que no puede continuar por más tiempo es la falta de firmeza
cotidiana y la falta de un sentido concreto, ni tampoco es justo la confusión
existente dentro de los partidos.
Los ciudadanos pedimos una posición
concreta y firme al nuevo gobierno que llega, y una oposición consiente y
razonada que responda en todo momento a la realidad política del País. No
queremos de modo alguno, la vuelta de unas Cortes con tendencia vitalicia y a
una nación que espera el verdadero camino de su redención cultural, económica,
política y social.
P. D. Me niego a
tocar hasta el amanecer; ays tristes y lastimosos, lágrimas sangrientas,
hogares desolados, ruina, miseria, hambre, deshonra y muerte.
José Antonio del Rosario