EMIGRANTES DE CONVENIENCIAS
Desde
el siglo XVI los canarios fuimos emigrantes, bien a la fuerza o como esclavos
hacia la conquista del Nuevo Mundo. Santo
Domingo primero y La Habana después fueron los principales destinos canarios.
De forma lenta se iría desarrollando un movimiento migratorio de comerciantes y
de agricultores. La emigración a Venezuela y Cuba en los siglos XVII y XVIII
fue a partir de 1670 en que la emigración presenta
un carácter masivo y familiar. Entre 1835 y 1850 Macías Hernández
considera que al menos 50.000 isleños emigraron, de los que casi un tercio se
dirigieron a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios
en la Isla, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente
emigratoria canaria a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a
fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el
inicio de la guerra de independencia cubana. Las condiciones de hambre y miseria en las islas, dieron lugar a
la emigración que se prolongó hasta la tercera década del siglo XX. Partieron a
buscar en otras tierras lo que en la suya le negaban.
La emigración en el siglo XXI ronda
en los 2,1 millones
de españoles que, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de
Estadística, residen en el extranjero a fecha 1 de enero de 2015. Pensemos en
muchos más, pues la difusión de cifras por los organismos oficiales, siempre
tiran a la baja para contentar gobiernos de turno. La emigración actual no
varía demasiado a las anteriores; precariedad laboral, salarios y horarios propios
de esclavos, desestabilización política, enseñanza deficitaria, sanidad y
servicios sociales a convenir por la empresa de turno, el agua, luz, gas y
combustibles más caros de Europa, desproporcionados impuestos para la mayoría
de los ciudadanos que no revierten en necesarias mejoras, la demora de hasta
seis meses o más de las administraciones en tramitar proyectos, permisos,
ayudas, etc, etc.
Y todo esto para nuestra desgracia, es
debido a que los gobiernos de turno se han postulado en favorecerse a sí mismos
y darle más cacha a los viejos y nuevos caciques. La implantación de un sistema
político interesado y la precariedad del mismo para la mayoría de los
ciudadanos, derivan en tremendas desigualdades, en la emigración forzada y en
la contratación foránea de mano de obra barata venga de donde vega, no
importándoles la intensión ni el modo.
Los emigrantes canarios conservaron sus
costumbres, cultura y religión, pero nunca las impusieron, en los países que
les acogieron respetaron sus leyes, su cultura, sus costumbres, su religión y
fueron capaces de integrarse en ellas, aprendieron de ellas y enseñaron las
suyas. Las formulas políticas multiculturales de esta época, “La
multiculturalidad pretende promover la igualdad y diversidad de las culturas”
no las imponen, al igual que las leyes de cualquier País han de ser respetadas
por sus ciudadanos y por los que vienen de fuera.
Pero se da el caso, que muchos países
europeos acogen a emigrantes porque precisan mano de obra y estos en vez de
estar agradecidos de que un País extranjero les acoja y les dé trabajo,
intentan imponerles sus culturas, sus costumbres, sus religiones y leyes. ¿Quién
les obligó venir? ¿quién o quienes le llamaron? Son los inmigrantes, los que deben adaptarse. O lo toman o lo dejan.
Aceptamos sus creencias sin preguntar por qué. Todo lo que pedimos es que usted
acepte las nuestras, y viva en armonía y disfrute en paz con nosotros. Si ustedes
no están contentos aquí, entonces váyanse.
Si nuestras
costumbres, nuestra cultura, nuestra religión les ofenden, consideren vivir en
otra parte del Mundo o regresen a sus países de origen. Aprovechen otras de
nuestras grandes libertades europeas, "el derecho de marchase".
Quizás lo que está ocurriendo en esta Europa de
nuevo cuño, sea la permisividad intolerante y la inacción en ejecutar las leyes.
José Antonio del Rosario