miércoles, 18 de enero de 2017

EMIGRANTES DE CONVENIENCIAS




EMIGRANTES DE CONVENIENCIAS

 

        Desde el siglo XVI los canarios fuimos emigrantes, bien a la fuerza o como esclavos hacia la conquista del Nuevo Mundo. Santo Domingo primero y La Habana después fueron los principales destinos canarios. De forma lenta se iría desarrollando un movimiento migratorio de comerciantes y de agricultores. La emigración a Venezuela y Cuba en los siglos XVII y XVIII fue a partir de 1670 en que la emigración presenta un carácter masivo y familiar.  Entre 1835 y 1850 Macías Hernández considera que al menos 50.000 isleños emigraron, de los que casi un tercio se dirigieron a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios en la Isla, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente emigratoria canaria a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la guerra de independencia cubana.  Las condiciones de hambre y miseria en las islas, dieron lugar a la emigración que se prolongó hasta la tercera década del siglo XX. Partieron a buscar en otras tierras lo que en la suya le negaban.

        La emigración en el siglo XXI ronda en los 2,1 millones de españoles que, según los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística, residen en el extranjero a fecha 1 de enero de 2015. Pensemos en muchos más, pues la difusión de cifras por los organismos oficiales, siempre tiran a la baja para contentar gobiernos de turno. La emigración actual no varía demasiado a las anteriores; precariedad laboral, salarios y horarios propios de esclavos, desestabilización política, enseñanza deficitaria, sanidad y servicios sociales a convenir por la empresa de turno, el agua, luz, gas y combustibles más caros de Europa, desproporcionados impuestos para la mayoría de los ciudadanos que no revierten en necesarias mejoras, la demora de hasta seis meses o más de las administraciones en tramitar proyectos, permisos, ayudas, etc, etc.

       Y todo esto para nuestra desgracia, es debido a que los gobiernos de turno se han postulado en favorecerse a sí mismos y darle más cacha a los viejos y nuevos caciques. La implantación de un sistema político interesado y la precariedad del mismo para la mayoría de los ciudadanos, derivan en tremendas desigualdades, en la emigración forzada y en la contratación foránea de mano de obra barata venga de donde vega, no importándoles la intensión ni el modo.

       Los emigrantes canarios conservaron sus costumbres, cultura y religión, pero nunca las impusieron, en los países que les acogieron respetaron sus leyes, su cultura, sus costumbres, su religión y fueron capaces de integrarse en ellas, aprendieron de ellas y enseñaron las suyas. Las formulas políticas multiculturales de esta época, “La multiculturalidad pretende promover la igualdad y diversidad de las culturas” no las imponen, al igual que las leyes de cualquier País han de ser respetadas por sus ciudadanos y por los que vienen de fuera.

       Pero se da el caso, que muchos países europeos acogen a emigrantes porque precisan mano de obra y estos en vez de estar agradecidos de que un País extranjero les acoja y les dé trabajo, intentan imponerles sus culturas, sus costumbres, sus religiones y leyes. ¿Quién les obligó venir? ¿quién o quienes le llamaron? Son los inmigrantes, los que deben adaptarse. O lo toman o lo dejan. Aceptamos sus creencias sin preguntar por qué. Todo lo que pedimos es que usted acepte las nuestras, y viva en armonía y disfrute en paz con nosotros. Si ustedes no están contentos aquí, entonces váyanse.

       Si nuestras costumbres, nuestra cultura, nuestra religión les ofenden, consideren vivir en otra parte del Mundo o regresen a sus países de origen. Aprovechen otras de nuestras grandes libertades europeas, "el derecho de marchase".

Quizás lo que está ocurriendo en esta Europa de nuevo cuño, sea la permisividad intolerante y la inacción en ejecutar las leyes.

 

 

José Antonio del Rosario