lunes, 22 de diciembre de 2014

COSAS PASAN Y VEMOS



Cosas pasan y vemos

Es inconcebible lo que pasa y veo. Que si no las presencio me resistiría a creer pudieran tener lugar, aunque me lo afirmasen personas veraces.

Se ha llegado a unos tiempos en que no se respetan los intereses legítimos, en que la tropelía reemplaza a la justicia, en que la influencia todo lo invade y lo domina, en que el mérito no es apreciado, en que se desatiende lo verdaderamente útil y solo tiene aceptación lo esperpéntico y superficial; pero nunca llegué a sospechar, ni a concebir, ni remotamente pasó por mi imaginación, que los elegidos electos de velar por los intereses del pueblo, que los encargados de atender sus necesidades y de tramitar órdenes en este sentido y hacerlas respetar fuesen los primeros que hicieran caso omiso de ellas y autorizasen con su conducta hechos anómalos, sucesos escandalosos y hasta puede decirse verdaderamente punibles.

Cuando se desconoce de tal manera la Ley, cuando se dictan Ordenanzas que luego no se procura hacerlas cumplir, cuando se toleran abusos que de ninguna manera debieran ser consentidos, cuando se autoriza con la indiferencia y la inacción hechos sumamente reprensibles por los que tienen el deber de amparar la Ley, de velar por el orden y buen gobierno de una población, ¿que pretenden que hagan sus ciudadanos, si los que están en el caso de dar el ejemplo son los primeros que desconocen sus deberes y se la pasan por el arco del triunfo?

Ciertos ciudadanos (demasiados yá) en vista de que todo se tolera y se consiente, en vista de que nadie le impide el ejercicio de sus acciones, realiza aquello que más le agrada y le conviene, aunque lo que haga moleste a la mayoría, y hace bien; puesto que su incivismo se lo permiten aquellos que tienen la obligación de hacer cumplir la Ley.

Se publican las Ordenanzas municipales, y en presencia del sinnúmero de artículos que contiene y de las medidas que se adoptan, salvo algunas que me parecen irritantes y otras desacertadas, digo pues, ahora sí que nuestra población va a estar bien regida, puesto que casi todos los casos están previstos, los artículos son terminantes y el rigor de la ley caerá sobre el qué delinque; y entusiasmado con esta consoladora esperanza doy las gracias a los Gobiernos de los Municipios por haber dado a luz un reglamento local que, a excepción hecha de algunas disposiciones, merece mi aprobación y la de la mayoría de los ciudadanos.

¡Vana quimera! Mi creencia y la de la mayoría desaparecieron como desaparecen las ilusiones que trunca un rudo golpe de fortuna.

Pasan días, y todo sigue en el mismo estado y pasotismo que antes de publicarse las Ordenanzas; pasan meses, y en lugar de cortarse los abusos e incívicos modos, se extienden más y mas; hay pronto elecciones municipales, y espero que entren otros hombres y mujeres que se desvelen más por los intereses públicos; pero probablemente casi serán los mismos, con poca diferencia,continuaran en el mando, y los acontecimientos se sucederán de igual manera que se deslizan hoy.

Nadie me podrá tachar de que ataco sistemáticamente, como se ha dado en decir por algunos para disculpar sus actos, por que el público tiene conocimiento de las Ordenanzas (que para eso se publican) y presencia como la mayoría de los ciudadanos lo que ha pasado y está pasando, y como yo lamentan, aquella parte sensata del orden, tanto descuido, tanto abandono y tan inconcebible conducta, dadas las disposiciones que para el buen gobierno se redactaron.

¿No está terminantemente prohibido arrojar inmundicias y aguas sucias a las calles?

¿No está terminantemente prohibido las deposiciones de los animales en aceras, calles, plazas y jardines?

¿No está terminantemente prohibido los escándalos en locales no insonorizados y en espacios públicos?

¿No está terminantemente prohibido el grafiti en los exteriores de edificios, paredes, aceras, calles, escaparates, mobiliario urbano, etc....?

¿No está terminantemente prohibido aparcar en las aceras del Municipio?

¿No está terminantemente prohibido las discotecas y ruidos a alto volumen en calles, comercios y hogares que contaminan el ambiente?

¿No está terminantemente prohibido que las terrazas de cafeterías impidan el paso de discapacitados y peatones?

¿Es correcto que un policía local, funcionario o cargo electo, se dirija a un ciudadano sin un mínimo de educación y dando la impresión de que le está perdonando la vida?

Estas y otras medidas más que ahora no recuerdo y que no se cumplen. Entonces, ¿qué hacen los agentes, funcionarios o cargos electos municipales, que parece se ocultan para no presenciar nada de lo que acontece?

¿Qué, no han recibido órdenes de las autoridades que gobiernan? Y si las han recibido ¿por qué no las cumplen?

¿No tienen conocimiento las autoridades de lo que está pasando? Lo niego, y lo niegan la mayoría de los ciudadanos porque constantemente estamos denunciando abusos y no se corrigen.

¿Qué hacen, pues, las autoridades municipales que no inspeccionan las calles, que no vigilan desproporcionados e inadecuados modos para cerciorarse si cumplen o nó, con sus deberes. Están en sus casas o entretenidas en grata tertulia, u ocupadas en sus quehaceres particulares.

¿Y de esta manera se administra una población, concretándose a echar unas cuantas firmas o asistir a los plenos y fiestas varias? En absoluto, lo niego.

La mayoría de los Gobiernos Municipales no se molestan en inspeccionar sus ciudades, barrios y pueblos, porque no son de su agrado trabajar tanto para quienes les paga; no pueden ocuparse de estos asuntos porque tienen que desatender sus negocios particulares, cuya profesión ejercen aunque estén a tiempo completo en el Consistorio, y los demás funcionarios con poca diferencia hacen lo mismo.


¿Para qué, pues, se han publicado las Ordenanzas municipales, cuando ni un solo articulo de ellas se cumple? Perdón, se cumplen casi todos a lo que al tráfico rodado se refiere.

Las Ordenanzas las consideramos nosotros los ciudadanos, como un lujo de disposiciones que el Municipio ha querido dar, para que fuera de las población se crea que en Canarias se administra bien, y como una burla al mismo público, pues se consiente todo lo que ellas prohíben.

Por eso decía al principio que era inconcebible lo que está pasando.




José Antonio del Rosario

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