jueves, 28 de julio de 2016

UNA HISTORIA INTERMINABLE



UNA HISTORIA INTERMINABLE
 
 



Las Cañas Doblas Bands se solidariza con El Foro Roque Aldeano pro carretera de La Aldea de San Nicolás-Agaete. La Banda le pide a todo el pueblo de Gran Canaria que se concentre en la Plaza de Santa Ana en fecha a designar por el Foro Roque Aldeano.

Los ciudadanos de la isla de Gran Canaria tenemos que demostrar una vez más, que la carretera sí es importante para la economía y el desarrollo a todos los niveles de la Isla, como también terminar para siempre con el aislamiento del municipio de La Aldea de San Nicolás olvidado por tantos gobiernos.

La obra de la carretera de La Aldea se inició el 1 de julio de 2009 y el plazo de ejecución establecido en el contrato era de cuarenta meses, por lo que debía haber finalizado la primera fase hasta el Risco el 30 de octubre de 2012. Han pasado siete años de aquel 1 de julio y aún no hay una fecha veraz de su terminación.

Los gobiernos de España, Canarias y Cabildo Insular de Gran Canaria en todo este tiempo, se han divertido en la manipulación de los hechos, en la tergiversación de las palabras y en el incumplimiento de lo firmado. La cantinela siempre es la misma “NO HAY DINERO” sí lo hay para desviarlo a otras cuestiones partidistas cómo; pagar grandes meteduras de pata, favores, campañas, rescates, regalar dinero público. Y por si todo esto fuera poco, pagar sus desproporcionados sueldos y jubilaciones para vivir a lo grande como SOBERANOS en un país lleno de miserias.

En el atropello de sus palabras, nos dan a entender que son ellos los que financian de sus bolsillos los proyectos (en este caso) viales de estas islas. Nada más lejos de la realidad, venga el dinero de la CE o de las arcas del Estado, siempre pagaremos los contribuyentes, aunque no tengamos donde caernos muertos. Desde hace siglos ya no es circunstancial que quien menos tiene más paga.

Se han enredado en el juego de quién tira más boliches en el tejado del otro, cómo cualquier tahúr simulan no conocer el juego, y esperan pacientemente que uno de los contendientes cometa el error de hacer pije y cuarta, para arremeter contra él con todo lo que tengan a mano por haberles jodido el negocio.

Decía Don Benito Pérez Galdós allá por 1912; "Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto".

Yo añadiría; “sea uno, dos o cuarenta los que ostenten el Poder, sólo vienen a servirse de la despensa y la zapatería del pueblo”

 

José Antonio del Rosario

 

 

martes, 12 de julio de 2016

LOS MOSQUETEROS





LOS MOSQUETEROS

 

Para la historia (cuasi verídica), Los Tres Mosqueteros expresan los ideales de amistad, honor y lealtad.

Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera se han erigido como los defensores válidos de los ciudadanos para acabar con la corrupción, las desigualdades, las miserias, la justicia partidista, la enseñanza pública interesada, los míseros contratos laborales, la precaria sanidad pública, el regalo de dinero público a la banca, grandes empresas y amiguetes varios, etc, etc.

Estos tres “Mosqueteros” luchan y pregonan por volver a colocar al País en el Club de los ganadores, lugar perdido por un gobierno desestabilizador e interesado en otras prácticas. Pero, para nuestra desgracia cada uno va por su lado, y no es la fórmula para terminar con nacionalismos y radicalismos.

Estas son algunas “frases o perlas” que los candidatos al sillón de poder y a la vara de medir, dijeron en campaña electoral:

Pablo Iglesias dijo; "Asistimos a la primera entrega del plan de las oligarquías que temen a la posibilidad de un gran cambio político en España"

Albert Rivera dijo; “Usted puede seguir erre que erre, poniendo el sillón por delante de España”

Pedro Sánchez dijo; “Yo entiendo que al señor Rajoy no le guste hablar de política social. Hay muy pocas personas que hayan hecho tan poco daño en tan poco tiempo al estado del bienestar”

Mariano Rajoy dijo; “Yo voy a pactar con los españoles”, “Tenemos un modelo de bienestar como pocos países en el mundo” “España no es un país corrupto. La corrupción no se combate con aspavientos, se combate con leyes”

Cada vez que leo y releo estas emocionadas y patrióticas frases, me dan ganas de llorar. Es tanta la emoción, que los pelos se me ponen de punta, no lo puedo remediar. Y me pregunto, los tres primeros espadas ¿Qué han hecho? Llegaron con aura salvadora, rompiendo moldes y poniendo ejemplos a diestro y siniestro, pisaron terreno escabroso y propusieron soluciones a tantos desmanes. Se extasiaron en olor de multitudes, para caer en la trampa dialéctica del Richelieu.

El tal Richelieu es hombre ducho en arreglos de terrenos y pócimas de abonos, es un vigoroso defensor de los derechos de su propiedad (ahora en funciones) y un firme partidario de las reformas para terminar de colocar al País bajo los pies de los caballos.

Los Tres Mosqueteros, crearon una trama atractiva impulsada por el descontento y la desilusión de un pueblo, fue tan popular que los ciudadanos se formaban para descubrir qué giro de la trama podrían encontrar los personajes. Pero estos tres espadachines del tres al cuarto, cual carnero desorientado y temeroso recularon vergonzosamente, y los lectores pronto descubrieron en qué consistía el giro. Saltaron al terreno con el propósito de desbancar a los saqueadores, embusteros y embaucadores de promesas, pero, como corderos en desbandada cayeron estrepitosamente en la trampa del Richelieu.

Si la intención es sólo hacer “carrera” política y vivir a lo grande a costa del contribuyente, diríjanse al Convento del Espíritu Santo, de la Orden de Clérigos Menores entre la calle Zorrilla y la Carrera de San Jerónimo, conocido actualmente como “Palacio de las Cortes”.

 

¿Si el propósito de estos Tres Mosqueteros es devolver a los ciudadanos el bienestar usurpado, sus vidas y alegrías secuestradas? Aún están a tiempo, basta con unirse “Uno para todos y todos para uno”

 

 

 

José Antonio del Rosario

 

 

lunes, 4 de julio de 2016

SALUDOS




SALUDOS

 

Excelentísimo señor alcalde, señora presidenta y comisión de fiestas, amigos, vecinos y visitantes que hoy nos acompañan. Buenas noches y bienvenidos.

 

En primer lugar, quiero decir que, de corazón, me siento sumamente honrada por la gentileza de esta Comisión, al haberme elegido para que, este año, sea yo la encargada de pregonar las fiestas de San Pedro 2016.

           

             Se me presenta, además, una gran oportunidad para rendir un pequeño homenaje al pueblo que me vio crecer, al entorno necesario por el que fui influida durante toda mi vida y, por lo tanto, no solo lo llevo muy dentro de mi, sino que no puedo concebir mi historia personal sin este paisaje tan querido, donde además, siempre he encontrado cobijo, seguridad y mucho cariño.

 

Las personas de mi generación tuvimos la oportunidad de conocer dos épocas bien distintas en las que, participando de la situación económica que en ese momento vivían nuestras islas, fuimos testigos de un cambio económico, social y cultural, bastante significativo; así pasamos de una época con algunas (y, en otros casos considerables) carencias económicas, a la prosperidad que conocimos en los años sesenta y setenta.

            El Bañaderos de mi infancia era un pueblo humilde y sencillo, de casas con las puertas siempre abiertas, en las que, con frecuencia, abundaban las plantas y flores, que, alojadas en latas, o en otras improvisadas macetas, alegraban los patios, a los que se podía entrar con confianza, con solo llamar desde fuera a la dueña.

Solidario, alegre, siempre servicial y, dispuesto en cualquier momento a echar una mano al vecino necesitado o enfermo. Donde al caer la tarde, iban llegando los hombres y mujeres, trabajadores de las distintas fincas de plataneras que rodeaban el pueblo. Los recuerdo a ellos cansados, sudorosos, y, a pesar de eso, saludando aquí y allá, sonrientes por haber acabado con la dura jornada. Con la ropa manchada de plataneras, el cachorro en la cabeza, el cuchillo grande en la vaina que llevaban en el cinto, y, muchas veces, cargados con un gran manojo de hierba para alimentar a la cabrita que tenían en los alrededores o en la azotea de sus casas.

Las mujeres llegaban con grandes sombreros de palma, delantales largos y mangas postizas; bien forradas, para resguardarse del implacable sol, bajo el que trabajaban todo el día. Otras, salían de los diversos almacenes de empaquetado de plátanos, fatigadas también por el duro trabajo. Eran mujeres muy esforzadas, valientes, pues la que no trabajaba en el almacén o en las plataneras, además de atender su casa y a sus hijos, tenía que salir a lavar la ropa en las acequias, acarrear el agua desde El Pilar, y, en muchas ocasiones, habían de ir a buscar el agua potable para beber, a La Fuente o al Peñón. Recuerdo que me admiraba ver como la trasportaban. En una talla o en un cacharro que colocaban sobre sus cabezas, con el único apoyo de un rodillo de tela, que enroscaban con mucha maña y, a continuación, con una destreza propia de equilibrista, eran capaces, sin usar las manos y sin otro soporte, de caminar con ligereza e, incluso a veces, pararse a conversar con alguna vecina, sin que su carga se moviera un ápice y, por supuesto, sin derramar ni una gota.

Eran tiempos duros en toda España y, La Costa de Bañaderos no era una excepción. Las Palmas de Gran Canaria quedaba muy lejos, ya que la carretera de entonces era larga y los trasportes públicos, escasos, lentos y costosos.

El trabajo era insuficiente y mal remunerado; por eso, muchos de los habitantes del pueblo, se vieron obligados a emigrar para labrarse un futuro más propicio o mejorar sus condiciones de vida, y, si en las décadas anteriores había sido Cuba; Venezuela se convirtió en este momento, en el país que acogió a muchos de nuestros vecinos. En esos tiempos, casi todas las familias tenían algún miembro fuera, al que añoraban y esperaban ver algún día, en tiempos mejores.

 Bajo esas condiciones de vida, era muy difícil que los jóvenes pudieran dedicarse a estudiar, pues no se disponía de los medios, ni las infraestructuras necesarias. Sin embargo, los maestros y maestras de entonces, supieron inculcar tanto a padres como a alumnos, el amor por el estudio y el afán de superación. En estas circunstancias, algunos vecinos, con miles de sacrificios, lograron enviar a sus hijos a Las Palmas, donde tenían que quedarse largas temporadas. Otros, prepararon el bachillerato libre con alguno de los excelentes maestros que había entonces. Fue así como, de este pueblo pobre y sacrificado, pero disciplinado, constante y con gran capacidad de trabajo, salieron, en épocas de enormes dificultades económicas, sociales y culturales, grandes profesionales: maestros, licenciados, catedráticos, médicos, abogados….

            Por eso, cuando a mediados de los años sesenta, llegó la bonanza económica y, el incipiente turismo en el Sur de la isla, propició la creación de muchos puestos de trabajo, trayendo prosperidad a toda Gran Canaria, la prioridad de la mayoría de los habitantes de Bañaderos, era que sus hijos estudiaran. Todos querían que sus chicos mejoraran en la vida, que no se vieran obligados a soportar las enormes dificultades que ellos tuvieron que padecer. Por tanto, no cejaron en su empeño de seguir todo lo cerca que pudieron, la marcha de los estudios de sus hijos, a los que, liberándolos de otros quehaceres, animaban a continuar y a aplicarse todo lo posible.

Los jóvenes de nuestra generación tuvimos la inmensa suerte de pertenecer a la época de la recuperación económica, a la buena época, en la que el trabajo era abundante y, como consecuencia, todos estaban más contentos y seguros. La juventud accedió empleos menos duros y mejor remunerados y, en los hogares empezaron a aparecer electrodomésticos, coches…Las casas se reformaron, se adquirieron muebles modernos, y, en definitiva, a gozar de una calidad de vida y de un estado de bienestar que no habíamos conocido nunca, lo que multiplicaba la alegría y las ganas de divertirse.

Este fue el contexto de mi adolescencia y juventud. Un pueblo alegre, cada vez más ilusionado con un futuro que se veía por primera vez con tranquilidad, repleto de promesas ilusionantes de prosperidad y, que, además, en algunos casos, se vio colmado por el feliz regreso de familiares emigrados y, donde por fin, se dejaba atrás la dureza y la precariedad de los años cuarenta y cincuenta.

Esta situación la supieron aprovechar  muchos jóvenes y no tan jóvenes que, no habiendo podido estudiar con anterioridad, quisieron cumplir  este deseo, y, aunque tenían sus trabajos, hicieron gala de la capacidad de esfuerzo y el ansia de superación, aprendida de sus padres, y, no dudaron en intentar mejorar su situación social y cultural, accediendo a estudios nocturnos después de cumplir con su jornada laboral, y, gracias a esta gran fuerza de voluntad, muchos terminaron el bachillerato, logrando así, mejorar en sus empleos, o incluso, acceder a la Universidad.

El resultado está aquí, lo vemos ahora. Bañaderos es un pueblo que hoy puede presumir de cultura y de tener entre sus vecinos a grandes profesionales en todas las áreas. Hoy, gracias al tesón y al sacrificio de la generación anterior, tenemos arquitectos, ingenieros, economistas, abogados, deportistas de élite, enfermeros, médicos, profesores en los distintos niveles académicos, músicos, artistas… Y esto es gratificante y emocionante, es una razón para regocijarnos todos. ¡Que orgullo tan grande! cuando veo el nombre de uno de mis vecinos destacar en algo y puedo decir a todos. ¡Es de mi pueblo!

Pero Bañaderos tiene algo mucho más valioso; la herencia más preciosa que hemos recibido y, que dejaremos a nuestros hijos, no consiste solamente en el aumento del nivel cultural. El legado más importante de todos, el que me hace enorgullecer de pertenecer a él, son los inmensos valores que este pueblo lleva grabado en su ADN. Unos valores de los que siempre hizo gala, porque cuando aun no teníamos Constitución que los defendiera, este pueblo, mi pueblo, respetó desde siempre los derechos humanos más fundamentales y, nunca ha discriminado a ninguna persona por motivos de raza, sexo, religión o nacimiento.

Mis primeras y más queridas vivencias tienen como entorno esta plaza, verdadero corazón del pueblo, donde todos jugábamos y hacíamos amigos. Es una gran suerte contar con ella porque, además de ser sumamente hermosa, sobria y elegante, todos hemos comprobado su agradable cobijo, que propicia la conversación amable y distendida, las bellas canciones y las risas alegres.

            Aquí hice mis primeras amigas y, aprendí los divertidos juegos que alegraron mi infancia: el corro, el guilgo, la soga, el teje, leer cuentos de hadas, contar cuentos de miedo, las vueltas en bicicleta con sus caídas…, risas, algún llanto por el chichón al caer desde las farolas o del muro; música, canciones, bailes, miradas expectantes ante el paso de la novia en las bodas…Y, sobre todo, el recuerdo de  los enormes laureles de indias, que aportaban frescor, dejando que el sol, apenas se colara entre sus hojas, para quedarse  tintineando en el suelo, y, la  algarabía de los niños jugando, que pugnaban en intensidad con el incesante canto de los pájaros, mientras se escuchaba el alegre repique de las campanas de la iglesia

Pero los mejores momentos de la plaza eran cuando en los días previos a la fiesta de San Pedro, se convertía en el gran escenario de los muchos y variados juegos infantiles, increíblemente divertidos, que se efectuaban  durante varios días, y, en los que se realizaban carreras de cintas en bicicletas y en moto, en las que se premiaba a los vencedores, nada menos, que con una preciosa banda, primorosamente  bordada a mano por  las chicas del pueblo; concurso de comelones suavizados con un vaya-vaya, despegar una moneda de la sartén...

¡Y de pronto!, sin aviso y para feliz sorpresa de todos, arremetían en la plaza los papagüevos, que, seguidos por la banda de música se movían con sus modos graciosos y esperpénticos que hacían gritar divertidos a los niños, cuando se les acercaban demasiado. Entonces todos bailaban imitando sus movimientos y, luego, como si del flautista de Hamelin se tratase, estos gigantes y cabezudos, arrastraban a los niños a bailar por las principales calles del pueblo.

Los domingos por la tarde, al cine. Siempre y cuando hubiera alguna película “tolerada” y Don Hilario le diera el visto bueno (habrá que explicar a la nueva generación su significado).

Y es que el cine merece una especial atención entre las actividades de mi infancia y juventud, porque, en una comunidad casi cerrada como era el Bañaderos de entonces, las películas nos trasportaban a otros lugares, eran una conexión con el mundo exterior que nos mostraba sociedades diferentes, historias interesantes sobre las que podíamos reflexionar y comentar con los amigos. Descubríamos otras maneras de ver la vida, que nos enseñaba y entretenía.

Esa sala de cine jugó un papel fundamental en aquellos años y, los vecinos esperábamos con ilusión la proyección de la próxima película que ya se anunciaba en el cartel. La gente de mi generación, sabe de lo que hablo, y, sabe también que esa sala de la Avenida Lairaga, guarda en su interior muchas risas de las películas de Cantinflas y otros cómicos, muchos llantos de los grandes dramas, sobre los que se hablaba durante mucho tiempo, así como otras emociones, como los nervios en las de intriga, o la alegría eufórica, que nos hacían gritar y aplaudir cuando el sufrido protagonista de las películas del Oeste, iba por fin a ser rescatado por el Tercio de Caballería.

Las noches de los domingos, estaban amenizadas con la música de alguna orquesta que, desde los balcones abiertos de la Sociedad de Bañaderos se derramaba por el pueblo, animando el concurrido paseo que se formaba en la carretera principal.

Mientras crecíamos, nuestra playa de Las Coloradas y Los Charcones ocupaba también gran parte de nuestro tiempo juvenil en el verano. Allí, además de bañarnos, nos relacionábamos y hacíamos los planes para la tarde o para la reunión del fin de semana, en las que generalmente en la azotea de alguna de las casas del pueblo, nos congregábamos los amigos con un tocadiscos, para bailar con los ritmos de moda.

La mejora económica, también se reflejó en la organización de las fiestas, realizándose actos nuevos o retomándose otros que habían dejado de hacerse durante mucho tiempo, como ocurrió con las batallas de flores, esas carrozas adornadas por los vecinos donde recuerdo que pasé una de las tardes más divertidas de las fiestas. O las verbenas, que cuando se reanudaron estábamos como locos. Eso de que hubiera un gran baile al aire libre en la plaza, era tan emocionante, que no parábamos de hablar de ello. ¡Y salieron muy bien!, tan bien que se hicieron famosas en toda la isla. Cada vez la afluencia de gente era mayor, la plaza se llenaba con una multitud llegada de todas partes… Y se hicieron tantas, que empezaban en mayo y duraban hasta finales de agosto.

            Otra innovación de finales de los sesenta fue la elección de la reina de las fiestas. Seguro que, por aquí, hoy, habrá alguien que vio reconocida y destacada su belleza accediendo a este galardón. Estas chicas guapísimas eran elegidas entre todas las jóvenes del pueblo y, la reina y sus damas de honor, presidían la solemne procesión de San Pedro y los eventos principales.

Gran parte del dinero necesario para celebrar los actos se obtenía vendiendo números del arco, (que también mejoró haciéndose algunas innovaciones), pero no solo se vendían en Bañaderos, sino que se hacía una verdadera ofensiva por toda la isla. La comisión nos reclutaba y nos íbamos a vender no ya por los pueblos, sino incluso en los pagos más pequeños, en ocasiones, rincones donde solo había un par de casas, pero esto lo compensaba lo divertido que era el paseo y la ocasión que se nos daba de hacer algo para colaborar con estas fiestas.

Lógicamente, con el paso de los años y sobre todo con los avances tecnológicos de los últimos tiempos, el mundo ha dado un vuelco considerable, tanto que, cuando pienso en aquellos días, me parece que viví en otra vida que no tiene nada que ver con esta, pero al comentarlo con mis amigos y vecinos de Bañaderos, siento que lo fundamental, la esencia, no ha cambiado, y, me reconforta pensar que, la mayoría de las cosas buenas y entrañables de mi infancia, aun siguen ahí, manifestándose en la fiesta de San Pedro, y, que atesoradas y trasmitidas a la nueva generación, nos permiten rememorar y volver a disfrutar, por lo menos unos días al año, un poquito de los entrañables momentos de nuestra infancia. …Y, esto es posible, porque tenemos la suerte de contar en el pueblo, con vecinos y vecinas que poseen la capacidad de ilusionarse y de ilusionar a los demás que, con formidable generosidad, nos regalan, desinteresadamente, su tiempo y su cariño para que todos disfrutemos. Se trata de hombres y mujeres, chicos y chicas del pueblo, que durante unos meses posponen sus intereses individuales para entregarse por completo, trabajando a tope, y, numerosas  veces durmiendo poco, (ya que muchos tienen que atender a sus obligaciones laborales al día siguiente), para trabajar por nuestro pueblo, sin pedir nada a cambio y, cuya única gran recompensa, es ver a los vecinos y amigos contentos, participando de la sana alegría colectiva que les hace olvidar o minimizar sus problemas, y, observar  las risas divertidas de nuestros niños y niñas en los juegos que se realizan para ellos.

 

 Dentro de las buenas obras que realiza el ser humano, una de las más loables y más dignas de respeto y consideración, es ocuparse en conseguir la felicidad de los demás.

 

En la realización de la fiesta, participamos todos, porque divertirse y pasarlo bien, es también colaborar, es agradecer el gran esfuerzo realizado por otros, para que seamos felices.

 

 Por todo ello, desde aquí, les doy las gracias. Muchísimas gracias a todos y todas los que alguna vez han trabajado y colaborado en la felicidad de las personas. Así que, los invito a no desaprovechar la oportunidad que se nos brinda de divertirnos a tope en nuestras entrañables y queridas fiestas de San Pedro, porque como decía otro Pedro, Pedro Calderón de la Barca, allá por el siglo XVII Dichas que se pierden son desdichas más grandes.”

 

 

FELICES FIESTAS DE SAN PEDRO 2016

 

 

 

 

 

Inmaculada Díaz