viernes, 22 de abril de 2016

AL NATURAL




AL NATURAL

 

      La Secretaría de Estado de Relaciones con las Cortes ha comunicado oficialmente este miércoles al Congreso que el Gobierno en funciones no acudirá a la sesión de control convocada por la Cámara baja para el miércoles 20 de abril, tal y como ya ha hecho con otros intentos de control parlamentario. El Ejecutivo ha reiterado los argumentos expresados en anteriores ocasiones para negarse a ser controlado, esto es, que no puede someterse a iniciativas de control en la medida en que no existe relación de confianza entre un Gobierno en funciones y el hemiciclo. Fuente: El País.

      Cuando los aprovechados de la política manejan los pinceles con manos maestras y combinan los colores con tanta habilidad, es imposible reconocer el parecido de sus retratos. El menor rasgo, la línea más insignificante que quisieran añadir descompondrían la belleza y la verdad de una posible y magnífica obra. Helo aquí, tal como han salido de las manos de nuestros privilegiados trabajadores en el arte de la política.

 

      ¿Quiénes nos han traído a tan lamentable estado? ¿Qué títulos, que conocimientos del arte tenían para hacerse con el destino de un País, y apoderarse del poder supremo, como si de una cosa que de derecho les pertenecieran? Preciso será revisar con toda calma los tubos de pintura, con toda la seriedad propia del maestro, para responder sin pasión a esas dos preguntas. Con políticas desastrosas, unos habían logrado ser ministros, otros habían ejercido de diputados; casi todos, ora en el Senado, ora en el Congreso, con su voto y con su influencia contribuyeron a que fuesen leyes las que principalmente servían para todos los ramos de la despensa política en detrimento de la pública; y a la vez obtenían títulos nobiliarios y las condecoraciones más respetables que tenía la nación. Hombres y mujeres mimados por la fortuna (?), cualquiera que fuera su origen, supieron fascinar a los ciudadanos, y hasta en las Recepciones Reales eran admitidos con gran benevolencia.

 

      En una palabra, los conspiradores intervinieron como el que más en la regeneración política de la Nación; sostuvieron con sus votos, con sus palabras y con sus artimañas el orden existente. Y fueron los autores de la derogación de leyes, entonces vigentes, verdadero sostén de la Constitución Política y del Derecho Fundamental de los Ciudadanos. Éstos fueron los principales promovedores de esa revolución inicua que conmovió los cimientos del Estado, que derribó el Principio Democrático, que puso su mano impía sobre nuestra Dignidad como pueblo, que provoca escenas de dolor, miseria y luto en nuestras ciudades, a las que bombardean y destruyen con salvajes impuestos y desacertadas medidas, que llevan el caos, el desorden y la confusión por todas partes, gracias a sus políticas de conveniencias. A esto pomposamente le llamarón; Regeneración Política (?)

 

      ¡Magnífico espectáculo, están representando ante Europa y el Mundo! ¡Se sublevan para destrozar su propia obra, para destronar una Democracia que a manos llenas les colmaron de honores, distinciones, con millonarias nóminas y grandes cuentas bancarias, unas declaradas aquí y otras en paraísos offshore! ¡Una Democracia pensada y llevada a la práctica que los mantienen en el gobierno cuarenta años de cuyo favor jamás disfrutaron otros partidos! Tanta inmoralidad política no tiene ejemplo. Las nuevas echauras con pintorescas verborreas, nos predicen que habrá más de lo mismo. Empezaron sembrando ideas, y nuevas fórmulas de hacer política, para terminar, pastando como corderitos en la sala de subastas y pujar por la mejor silla. Es decir, como los anteriores; quieren comer de la despensa del pueblo, pero sin el pueblo.

 

      Y es qué, estos hombres y mujeres, cuyos antecedentes no hay necesidad de enumerar, son los que constituyen un Gobierno, y monopolizan el poder a su antojo, como si funcionaran en un país de nunca jamás. Y es que no fueron impulsados por una idea digna, útil, sino por su sed insaciable de mando y de medros personales, poco les importaba, una metedura de pata más, un delito más; lo mismo castigan una insurrección derogando leyes, qué premiando a los allegados de las víctimas. Por eso se les ve un día y otro día faltar a sus juramentos y promesas, atentos solo a sus particulares conveniencias, desdeñando las justas censuras de los ciudadanos y de los medios de comunicación, y ese sordo rumor que se oye por doquier, descalificando al bando de los de abajo, para defenderse de los de arriba.

 

      Supongamos que estamos jugando con una tiradera: el adversario nos tira una piedra, y nosotros, antes de que nos parta la crisma, le lanzamos otra al adversario, quien, a su vez, nos la devuelve para evitarse el golpe. Es imposible rehuir el juego, porque el instinto de conservación nos impulsa a combatir. Y ahí va la piedra de mano en mano, cada vez más rápida, ¿para derrotar a quién? Los salva-patrias nos señalarán siempre cómo los perdedores y pretenden que seamos los eternos desterrados de la fortuna caminando siempre errantes como parias. Y quizás tengan razón, pues es nuestra la culpa por continuar con el mismo juego. Pero, a quién carajo de jugador elegimos si la mayoría llegan viciados de base, nuestra derrota sería la prolongación de nuestra esclavitud y nuestra miseria. Y otra vez volvería a silbar en el aire la piedra en los oídos contrarios.

 

      Pero en este juego, del que no podemos retirarnos, presenta serios peligros. ¡Ah! Yo pienso que, ¿si no les devolviéramos la piedra? serían capaces de vendernos un bodegón en el que han pintado las migajas sobrantes de sus festines...

 

 

 

José Antonio del Rosario

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