NO
ES DIVINO CASTIGO, ES UNA PLAGA POLÍTICA
Estos son los principales datos del V
Informe "Estado de la pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y
exclusión social en España 2009-2014", de la Red Europea de Lucha contra
la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), presentado en
rueda de prensa.
13.657.232
personas viven en España en riesgo de pobreza y/o exclusión social (el 29,2 %
de la población) y de ellos, 3,2 millones están en situación de pobreza severa
y más de un millón se encuentran en la peor situación económica y social
posible.
El informe, elaborado a partir de datos
oficiales del INE, pone de relieve que el indicador europeo AROPE llega a un
29,9 de los españoles, lo que sitúa a España en el segundo puesto de la Unión
Europea en pobreza infantil y desigualdad. Fuente: Agencia EFE
España desde tiempos históricos debido a
sus políticas de conveniencia, la pobreza es una ley. En el siglo XIX a pesar
del espíritu pesimista en que vivía la mayor parte de la población, las
desastrosas gestiones de las riquezas expoliadas de las Colonias terminaros en
manos del feudalismo, caciquismo y sobretodo en manos de banqueros europeos,
sumiéndola en tremendo atraso y pobreza. En este mismo siglo en que la pobreza
y las desigualdades sociales hacían estragos en la población, la conciencia
intelectual tomó cartas en tan terrible panorama; el País necesitaba una gran
regeneración que acabara con la podredumbre política implantada.
La cultura se erigió en extraordinaria
moneda de Plata en los primeros años del siglo xx, donde la monarquía sucumbió
al no querer saber nada de democracias, progresismos ni sindicalismos, esto dio
pie al despertar de la cultura cómo ha otras fórmulas políticas de desarrollo.
Tomando como modelo Europa para acercarnos al bienestar y progreso del País
propició la llegada de la II República.
El golpe de Estado que desembocó en
guerra civil, más cuarenta años de dictadura y larga represión cegaron el plan
modernizador de la II República. España se hundió en una pobreza y desigualdad dramática,
los escasos recursos quedaron en manos del dictador y sus secuaces, dejando un
País yermo en donde la mayoría de los ciudadanos regresaron a una terrible
escasez y hambruna. Decir que aquellos intelectuales cómo la mayoría de hombres
y mujeres progresistas, fueron encarcelados, asesinados, desposeídos de sus
bienes o desterrados.
Entre 1976 y 1981 Adolfo Suarez con
tímidos y seguros pasos instauró nuevamente la Democracia en el País. Las dos
primeras legislaturas de Felipe González (1982-1990), le dio un nuevo impulso
al sistema democrático dentro y fuera del País. En 1988 tuvo su gran huelga
general contra una desafortunada reforma en el mercado laboral, abaratando el
despido e introduciendo los contratos temporales para los jóvenes trabajadores
(Plan de Empleo Juvenil). Con un seguimiento masivo (ocho millones de personas,
el 90% de la población activa de entonces, secundaron el paro), el país fue
paralizado durante 24 horas, obligando al gobierno a recular y negociar con los
sindicatos. Felipe González recibió su primer gran golpe político. La reforma
prevista fue retirada y se incrementó el gasto social. En 1992 el año de las
grandes celebraciones: los Juegos Olímpicos en Barcelona, la Exposición
Universal de Sevilla, el Quinto Centenario del Descubrimiento de
América,
el AVE y la construcción de autovías. Ambos acontecimientos, que se saldaron
con un éxito indiscutible, situaron a España dentro del reducido círculo de
naciones con reputación de solidez, modernidad y prosperidad. A partir de aquí,
la Democracia empezó a escribirse entre comillas.
Mariano
Rajoy (2012-2016),
se gana a pulso el mérito para quedar como el peor presidente de la “Democracia”.
No en vano está quedando como el mayor irresponsable y el campeón del
descrédito político hasta el extremo de jugarse a una carta el bienestar de 46
millones de españoles. Con políticas de conveniencia devuelve al País al siglo
XVII con un amañado proceso paulatino de desgaste, escases y hambruna.
¿Qué
le ocurre a la sociedad española? ¿Qué les sucede a los intelectuales? ¿Dónde
están esos hombres y mujeres progresistas? Este País no necesita de la
pendencia, este País lo que necesita es que diez, quince o veinte millones de
españoles salgan a la calle pacíficamente y demostrando gran civismo de una
puñetera vez, para denunciar que más de 13 millones de españoles haya
desembocado en la situación presente, con graves desigualdades, carencia
material, desempleo masivo y pobreza extrema en muchas familias.
José
Antonio del Rosario
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