PASIÓN
POLÍTICA
Los
peores vicios de cualquier establecimiento del Estado, esto es, aquellos más
perjudiciales y más difíciles o casi imposibles de desarraigar son aquellos que
nacen con el establecimiento mismo ya de por sí politizado y manipulado. La perfección
en las cosas humanas es un ente imaginario, es más acertado decir que lo
perfecto no existe sino relativamente, así cuando a esta natural imperfección
se agregan las pasiones o la ignorancia,
o uno y otro, hacen fallar la
obra que parece más perfecta. No hay ciudadano alguno que, estando dotado de un mediano juicio, no conozca toda la
importancia del establecimiento de la Constitución.
En los
pueblos en general se suele abusar de la sencillez y honradez de sus habitantes
haciéndoles creer que los políticos se interesan en aquello que se exige de ellos.
Mucho de esto conocemos en el día a día en las arengas de cualquier político
subido en una tarima o sección plenaria, así no hay que creer de modo alguno
que la correcta y honrada política peligre, como así lo andan diciendo muchos: es falso, antes, por el contrario, lo que peligra son sus intereses temporales que con grave
perjuicio para el pueblo han gozado hasta ahora los llamados representantes del
mismo.
Para ser elector
no se necesita ninguna ciencia, los más literatos, intelectuales y bachilleres
suelen ser los desestabilizadores de un País: un labrador honrado de buenas costumbres
y medianamente despejado aun cuando no tenga medianamente estudios ningunos,
puede ser no solo un buen elector sino un buen Diputado para las Cortes o Presidente
de un País, mejor acaso que otros muchos que no se explican sino con palabras
estudiadas, enrevesadas y con un amasijo laberíntico de difícil entendimiento.
Un intelectual, literato o bachiller difícilmente podría decirle a un
agricultor cómo se cultivan papas.
la política administrada en cualquier
País democrático, debe tener siempre por objeto el bien común y la equidad,
pero cuando domina la pasión en política, su hipocresía y su malicia van más
allá que cualquier otra clase de pasiones. Política es tutela de las
muchedumbres, o del mayor número de los que viven en sociedad, y ha de ser la mejor
condenación para todos aquellos que desempeñan cargos públicos que tienen ocultos
afectos apasionados hacia personales intereses. Afectos personales que pueden engendrar,
en una política personal a gusto de pocas personas, en detrimento de la mayoría
de los ciudadanos, a quienes la política debe proteger y amparar. Cuando a un
político se le asigna la dirección de un establecimiento público, este,
difícilmente le será rentable al Estado. Y es que el vicio y la ambición le
puede más que la honradez y el conocimiento funcional del establecimiento que
dirige, por lo tanto, el déficit está asegurado.
¿Y qué
político, de estos que turnan en el poder, colocado, entre las exigencias del
partido o de sus hombres y mujeres y las exigencias de la nación es capaz de romper
una lanza en favor del Estado y el bienestar de sus ciudadanos? No es política
lo que hacen, ni puede ser veraz ni legítima: la ley es la expresión del derecho,
nacido con la naturaleza; no con los partidos, ni de mayorías serviles, ni de
minorías codiciosas.
La
política partidista tiende a lo contrario: divide, desestabiliza y desconcierta.
La pasión política se presta a la doblez de la palabra: hablar del bien y
producir el mal; hablar de libertad y producir la tiranía; hablar de moralidad
y cubrir sus actos de escandalosas corruptelas. La chatarra política sólo se
preocupa de amontonarla para luego distribuirla en paraísos fiscales, en
empresas fantasmas y turbios negocios, y de paso defraudar al Estado que le
paga.
Así es la
pasión política impuesta por hombres y mujeres sin la más mínima decencia, sin
escrúpulos y ayudados por la inacción de aquellos que juraron acción. Pasión
política detestable ante los hombres y mujeres que luchan diariamente por un
Estado del bienestar, y que condenan y maldicen con buen sentido aquella divina
máxima: “Detesto la doblez de la palabra” ¿Y qué otra cosa que doblez y falsía y mentira han
producido los Gobiernos que han abortado la Democracia?
José
Antonio del Rosario
No hay comentarios:
Publicar un comentario