ÉRASE
UNA VEZ EL RECOGEDOR DE PINOCHA
Se trata de un oficio que
antiguamente tuvo gran tradición, especialmente en las islas de Gran Canaria, La
Palma y Tenerife donde los pinares son abundantes. La labor de recoger pinocha
cae en declive en los años 70 con la implantación de un nuevo e interesado modelo
políticamente-económico. A día de hoy, ganaderos, agricultores y ciudadanos en
general vuelven a demandar a las Administraciones Públicas que apoyen esta
labor, pues es una vía de prevención contra los incendios, el recoger la
pinocha del monte, los pinares y cunetas se liberan del exceso de material
potencialmente combustible, y con ello, se reduce el riesgo de incendio.
La recogida de pinocha está sujeta a la
solicitud de autorización por parte de los Cabildos que gestionan los permisos ¿de
este aprovechamiento forestal, mediante subasta o aprovechamiento vecinal? Yo
diría que se aprovechan de su inacción en la prevención, para imponer una tasa
recaudatoria para obtener una autorización.
Tradicionalmente la
pinocha ha sido usada como cama para los animales, embalaje para proteger el
transporte de los plátanos, tomates u otros vegetales y como fertilizante en
las fincas agrícolas. Incluso ha sido utilizada durante mucho tiempo como
relleno de colchones.
Las labores de prevención
están fallando gravemente. Los montes están repletos de matorrales resecos, de
pinocha que ya nadie puede recoger sin previa tasa de pago. La legislación
actual estatal, regional y la de los Cabildos, impide que los vecinos actúen
cuando se produce un conato, pero por fortuna muchos conatos siguen siendo
controlados por los vecinos, la complicada parafernalia que ahora exigen los
protocolos de actuación técnicos-políticos-luminarios. Con tanto protocolo y
tantísima burocracia tampoco a los vecinos les dejan apagar fuegos sin la
presencia protocolaria de los técnicos-iluminados, de cuyas técnicas e
iluminaciones llevamos muchos años esperando sus resultados, pues año tras año los
pinares, montes, terrenos agrícolas, palmerales, casas, animales y humanos, no
nos libramos de incendios intencionados o no, tal vez por la inacción política
de prevención.
En Canarias, si se
producen tantos incendios y tan graves es porque se está actuando mal, algo
está fallando desde hace muchos años. Pagamos cantidades millonarias a las brigadas
de extinción. ¿Será posible pensar que es “rentable” para alguien o para muchos
alimentar los incendios en vez de lograr que los conatos se apaguen cuando solo
son conatos? ¿Quizás es que la burocracia (léase burrocracia), les exigen
continuar engrasando las bisagras para que, en sus futuros sillones en la
empresa privada, las puertas giren adecuadamente?
Las islas son lugar
frecuente de incendios porque los veranos son muy secos y los montes no se
limpian, y porque resulta inaceptable las obsoletas herramientas con las que
cuentan los cuerpos de bomberos, y la pésima gestión que La Familia política está
haciendo en esta tierra. Para colmo de la desgracia, mueren personas luchando
contra las llamas.
¿Y el año que viene más?
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