martes, 20 de agosto de 2019

ÉRASE UNA VEZ EL RECOGEDOR DE PINOCHA


ÉRASE UNA VEZ EL RECOGEDOR DE PINOCHA

 
      Se trata de un oficio que antiguamente tuvo gran tradición, especialmente en las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife donde los pinares son abundantes. La labor de recoger pinocha cae en declive en los años 70 con la implantación de un nuevo e interesado modelo políticamente-económico. A día de hoy, ganaderos, agricultores y ciudadanos en general vuelven a demandar a las Administraciones Públicas que apoyen esta labor, pues es una vía de prevención contra los incendios, el recoger la pinocha del monte, los pinares y cunetas se liberan del exceso de material potencialmente combustible, y con ello, se reduce el riesgo de incendio.

       La recogida de pinocha está sujeta a la solicitud de autorización por parte de los Cabildos que gestionan los permisos ¿de este aprovechamiento forestal, mediante subasta o aprovechamiento vecinal? Yo diría que se aprovechan de su inacción en la prevención, para imponer una tasa recaudatoria para obtener una autorización.

      Tradicionalmente la pinocha ha sido usada como cama para los animales, embalaje para proteger el transporte de los plátanos, tomates u otros vegetales y como fertilizante en las fincas agrícolas. Incluso ha sido utilizada durante mucho tiempo como relleno de colchones.

      Las labores de prevención están fallando gravemente. Los montes están repletos de matorrales resecos, de pinocha que ya nadie puede recoger sin previa tasa de pago. La legislación actual estatal, regional y la de los Cabildos, impide que los vecinos actúen cuando se produce un conato, pero por fortuna muchos conatos siguen siendo controlados por los vecinos, la complicada parafernalia que ahora exigen los protocolos de actuación técnicos-políticos-luminarios. Con tanto protocolo y tantísima burocracia tampoco a los vecinos les dejan apagar fuegos sin la presencia protocolaria de los técnicos-iluminados, de cuyas técnicas e iluminaciones llevamos muchos años esperando sus resultados, pues año tras año los pinares, montes, terrenos agrícolas, palmerales, casas, animales y humanos, no nos libramos de incendios intencionados o no, tal vez por la inacción política de prevención.

      En Canarias, si se producen tantos incendios y tan graves es porque se está actuando mal, algo está fallando desde hace muchos años. Pagamos cantidades millonarias a las brigadas de extinción. ¿Será posible pensar que es “rentable” para alguien o para muchos alimentar los incendios en vez de lograr que los conatos se apaguen cuando solo son conatos? ¿Quizás es que la burocracia (léase burrocracia), les exigen continuar engrasando las bisagras para que, en sus futuros sillones en la empresa privada, las puertas giren adecuadamente?

      Las islas son lugar frecuente de incendios porque los veranos son muy secos y los montes no se limpian, y porque resulta inaceptable las obsoletas herramientas con las que cuentan los cuerpos de bomberos, y la pésima gestión que La Familia política está haciendo en esta tierra. Para colmo de la desgracia, mueren personas luchando contra las llamas.

¿Y el año que viene más?

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