jueves, 30 de enero de 2014

LA ESPAÑA POR LA QUE DEBEMOS LUCHAR (1)



LA ESPAÑA POR LA QUE DEBEMOS LUCHAR  (1)

 

 Cada vez que meditamos acerca de la cuestión que hoy absorbe el pensamiento de la mayoría de los ciudadanos en cuanto a formaciones y partidos políticos; cada vez que oímos sostener que en el establecimiento de la “Familia del Viernes” en el poder de la Nación estriba la felicidad y el porvenir de España, más y más nos convencemos de la deleznable base en que se apoya tal opinión, más y más perseveramos en nuestra idea, ya. Claramente manifestada, de que la Democracia es la única solución posible en la presente crisis, y la única forma de gobierno que, consolidando las libertades públicas, puede poner a la nación al nivel en que se encuentran los demás países de la civilizada y democrática Europa.

 

 Mucho se declama en contra de la Democracia, mucho se grita en favor de la anulación y represión de las libertades por los que quieren hacer en un día lo que ha de ser obra del tiempo, que, como lo confirma la historia, es el encargado de abrir paso a las nuevas ideas y de indicar el momento oportuno de su aplicación práctica; pero todavía no hemos oído a los impugnadores de la primera, ninguna razón sólida, ningún argumento serio, capaz de hacernos vacilar en nuestras creencias y de encender en nosotros la fe dictatorial y represiva que ellos quieren imponernos.

 

 ¿Para qué piden, nos dicen, el restablecimiento de un Gobierno democrático, si saben que en más de treinta años que ha tenido de existencia, no ha resuelto en España la cuestión social y política? Y yo pregunto ¿tiene alguna fuerza semejante argumento? ¿Es lógico condenar  en absoluto una institución, porque en un país determinado y por un conjunto de causas que todos conocemos, no haya producido sus naturales y provechosos resultados?  ¿No es democrático-constitucional la mayor parte de Europa, y no debe a esta forma de gobierno su engrandecimiento, su ilustración y su prosperidad?

 

 Si lo dudan, interrogad a la mayoría de los ciudadanos. Contra el dominio absoluto que pretende ejercer “La Familia del Viernes” la banca, empresarios y otros, ya se levantó unido el barrio del Gamonal (Burgos), y le obligaron a desistir del “Gran Pelotazo” preparado, base de su constitución política. Cuando un Gobierno viola el pacto fundamental y atropella los derechos y libertades en él consignados, una revolución viene a hacerle conocer que los ciudadanos no consienten que se les arrebaten sus fueros y privilegios, y que están firme y enérgicamente decididos a asegurarlos y garantizarlos contra los excesos del poder constituido.

 

 Esperamos desde entonces, el restablecimiento, la cordura y la inteligencia entre el Gobierno y el pueblo, con sinceridad y buena fe por una y otra parte, echó hondas raíces la Democracia Constitucional en la mayor parte de Europa, alcanzando a su sombra un grado de esplendor, de riqueza y de prosperidad, que la colocan a la cabeza de las naciones del Mundo. No; no es la Democracia la que se opone a la libertad, la Democracia Constitucional Europea, fue la que guardó fielmente el sagrado depósito de las libertades públicas, políticas y sociales cuando en los siglos XIX y principios del XX, casi desaparecían del  continente, y con la práctica sincera de aquella forma de gobierno, durante largo tiempo ejercida, ha ido resolviendo, de acuerdo con la opinión pública, todos los problemas políticos y sociales, sin necesidad de nuevos trastornos ni conmociones.

 

 Interrogad a otras Naciones, como: Noruega, Suecia, Finlandia, Suiza, Dinamarca, Nueva Zelanda, Holanda, Irlanda…., eminentemente democráticas. Han sabido hacer una constitución modelo, base del maravilloso desarrollo de sus fuentes de riqueza, y de la influencia que ejerce en Europa. La Democracia Constitucional está allí perfectamente aclimatada.

 

 Esta es la forma de gobierno que ha hecho libres, prósperos y florecientes a la mayor parte de los estados europeos, y la que está llamada a condenar con la implicación y participación de la mayoría de sus ciudadanos, las políticas dictatoriales que hoy gobierna España, sin necesidad de romper bruscamente con su pasado, sin buscar en importaciones exóticas el remedio a sus desgracias. Si, la Democracia Constitucional es la que presenta más fácil solución a todos los problemas en la vieja España. Después de tantas revueltas, después de tantos ensayos, después de tantos recortes, después de tantas miserias, después de tantos muertos por él camino, de tanta corrupción, de tanta mafia y de tantas vicisitudes, que dicho sea de paso “las facturas de tanto despropósito y tanta porquería, siempre terminamos pagándolas los de siempre, los que menos tienen, los más vulnerables” vuelve los ojos a ella para disfrutar a su amparo, de la libertad ordenada que imperiosamente exige la época que vivimos.

 

 No hay que forjarse ilusiones, la España dictatorial sería una nota, discordante en el gran concierto de las democracias europeas; la España dictatorial, si por desgracia llegara a imperar esta forma de gobierno, nacería condenada a morir en breve tiempo, para dar plaza a la Democracia Constitucional, fórmula hoy del derecho político en Europa. Por eso, en vez de ensayos peligrosos, de importaciones extrañas y de aclimataciones, imposibles, la mayoría de los ciudadanos pedimos, como remedio a los males de la madre patria, el planteamiento franco y sincero del sistema democrático constitucional, cimentado en la buena fe de los partidos políticos y robustecido por las costumbres públicas y el derecho ciudadano.

 

 

 

José Antonio del Rosario

 

 

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