CANARIAS QUIERE
LATIR
El poco
éxito que nuestras justas pretensiones y reivindicaciones se han obtenido del Presidente
del Gobierno de Canarias, que las empresas y servicios de pública utilidad,
iban muy pronto a quedar en estas Islas abastecidas en cumplimiento de las
necesidades mil y una vez demandadas por
el pueblo; y ahora repito como entonces, que estos habitantes, perdida su
última esperanza, sin fe en el porvenir, viendo correr un día tras otro, sin
que se ponga remedio a sus males, sin que se atiendan sus legítimas y fundadas
reclamaciones, han conocido al fin, que olvidados como se hallan de los que
naturalmente debieran protegerlos contra esa odiosa dictadura que ahora más que
nunca ejerce su rival, nada otra cosa les resta que hacer, sino, o emigrar en
masa de estas desgraciadas Islas, o resignarse a vivir bajo la vergonzosa
dependencia de un pueblo cuyo principal elemento de prosperidad se funda en la
ruina completa de las mismas.
Desgraciadamente estas palabras no son vanas declamaciones de medios
de comunicación, no, son la expresión sentida y fiel del estado de
desesperación y desaliento a que han llegado los ánimos en estas Islas. Y si aún
se duda, ahí están los hechos que vienen confirmando tristemente esta verdad.
Ayer eran los cierres de salas, plantas y quirófanos, hoy son dimisiones,
despidos y la no contratación de personal en la Sanidad Pública y Servicios
Sociales, hoy se continúa incumpliendo la ley de Dependencia, como otras tantas.
Un Gobierno, como he dicho en numerosas ocasiones debería ser el baluarte de
las libertades públicas; esa fuerza ciudadana tan querida de todo pueblo libre
y que con tanto entusiasmo se organizó en Canarias a partir del año de 1977, se
ha visto por aquellas causas, próxima a experimentar una desorganización
completa. Sus dignos y pundonorosos ciudadanos, convencidos de la inutilidad de
sus esfuerzos en pro de una Libertad y Democracia plena que no disfrutamos; persuadidos de que es una sangrienta ironía
pretender que haya pan y trabajo para todos, allí donde solo hay y pueden haber
esclavos y miserias, mientras exista la viciosa organización actual, han demandado
todos a su Presidente, exigiéndole que admita y garantice sus derechos
Constitucionales, su desastrosa política y sus modos de gobernar han provocado
el profundo desaliento que en las circunstancias presentes se ha apoderado de
todos los que todavía sienten latir en
su pecho un corazón Canario.
Entonces, sabemos que el Sr. Presidente oyendo
sus justas quejas (es un decir), y participando de sus mismos sentimientos,
pudo sin embargo impedir que se llevase a efecto por ahora, las dimisiones
pertinentes de tantos nefastos personajes que militan en las filas de su gobierno, ni si quiera haciéndoles
ver la situación aflictiva de Canarias y las causas que motivan tan triste
resolución, para que de ella dé cuenta a la ciudadanía. Este mismo espíritu de
desaliento reina también en todos los pueblos de Canarias, sin distinción de
clases ni de personas, pudiéndose asegurar que solo el profundo amor que aquí
se tributa a la Democracia y a la Libertad, sostiene todavía en sus manos unas
armas que con tanto anhelo reclamaron en días de peligro, y que les fueron confiadas
para defender las instituciones públicas, y apoyar la buena administración de
Canarias, amenazadas por “La Familia del
Viernes” y sus satélites por toda España.
Hoy que con vergüenza vemos continuar en estas
Islas el régimen que estableciera el “innombrable” dictador (puntualizarle Sr.
Presidente, que los nacionalismos nunca fueron ni serán conductores de una
Democracia. Un ejemplo es el pasado reciente); hoy que se les han despojado de
la máscara que ocultaban sus escandalosas ilegalidades, sus corruptelas y
sus mafiosos procederes; hoy que para todos los Canarios lo que anhelamos y demandamos es que vuelva a brillar
el sol de la Democracia y la Libertad; dos años van que se han derogado todos nuestros
derechos y libertades, menos el que de una manera tan fatal altera la paz y destruye
la prosperidad y engrandecimiento de una parte muy considerable de esta Canarias,
los hombres y mujeres verdaderamente libres, los que como tales obran y piensan
en estas Islas, han comprendido que solo amparándose en la Democracia y la
Libertad, pueden protestar digna y legalmente contra la situación escandalosa y
arbitraria que vamos atravesando. Esta es
la única actitud que le conviene a un Pueblo que sabe acatar las leyes aunque
estas le opriman, y que descansa tranquilo en el fallo de su conciencia, en la
justicia de su causa y en la santidad de sus derechos.
Sr. Presidente, desde 2007 dirige el Gobierno
de nuestra Autonomía Canaria, ¿Qué ha hecho? ¿Para quién gobierna? ¿Y sus
promesas electorales? ¿Dónde han ido a parar? Como sus antecesores, acatar
órdenes del gobierno de España; órdenes contraproducentes, nefastas,
dictatoriales, muchas de ellas inconstitucionales. Órdenes que de inmediato
Usted ejecuta y luego protesta, ¿Para qué? ¿Para que un Gobierno Autónomo?, si
su Presidente no es capaz de desobedecer órdenes que atentan contra nuestra
dignidad, contra nuestros derechos, contra nuestra calidad de vida, contra
nuestro futuro y libertad. Un Gobierno Autónomo que desde el Presidente al
resto de sus componentes, tienen el mismo discurso, la misma cantinela, la
misma verborrea, el mismo hervor “Islas ultraperiféricas”, “lejanía del
Archipiélago”, “mayor coste en alimentos, productos y desplazamientos”, “El
gobierno de España no cumple lo pactado”, etc. ¿Lo ha cumplido Usted?
Triste, muy triste nos es descender hoy de la
esfera de la discusión razonable y sólida, para combatir adversarios que con
tan débiles armas se presentan a desafiarnos, creyendo confundir nuestros rectos
principios y fundadas pretensiones con sofismas que, en vez de arredrarnos, no
hacen sino convencernos cada día más, de la debilidad de sus fuerzas y de lo
erróneo de sus juicios; adversarios que en lugar de cerrarnos todos los caminos
con escogidas argucias, nos abren otros nuevos para poder manifestarles la caballerosidad
y buena fe que distingue a los Canarios,
y los torcidos manejos y los medios ilegales de que se han valido siempre sus
enemigos, para elevarse a la altura en que hoy creen encontrarse.
José Antonio
del Rosario
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