lunes, 14 de abril de 2014

EL DEBATE



EL DEBATE

 

 La mayoría de los ciudadanos no entiende cómo puede haber gente tan ciega que no vea que el sistema parlamentario se ha hecho ya imposible entre nosotros. Con gobiernos, con hombres y mujeres, políticos como los que tenemos, no hay modo humano de que una nación vaya adelante.

 

 Y no me venga con que todos los sistemas son buenos o malos, según se los practique, porque el practicarlos bien o mal depende de los hombres y mujeres que los pongan en escena, y el sistema parlamentario ya está visto; no da de sí sino lo que vemos; ignorantes y charlatanes, corruptos y delicuentes incapaces de gobernar ni dirigir, no ya todo un Pueblo, pero ni siquiera su propia familia.

 

 Ciertamente que los hombres y mujeres hacen los sistemas, pero, a su vez, los sistemas hacen a  los hombres y mujeres; y el sistema representado tiene la virtud de llevar a la gobernación del Estado a lo más inepto y corrompido del pueblo. La representación del pueblo en el sistema parlamentario, ha de ser soberanía propia o parte de soberanía libremente ejercida.

 

 Pero la incapacidad ingénita de los gobernantes colectivamente considerados, se convierte en una lucrativa y provechosa industria, en cuyo repartimiento y explotación pujen, no los hombres y mujeres incapaces en ejercerla, que esos suelen huir de tales luchas por propio decoro y por la modestia que por lo común acompaña el verdadero mérito, sino hábiles y rapaces merodeadores que hacen de la política una profesión; gente traviesa y maleante, de ancha conciencia y escasos lucros, en quienes sustituyen a las cualidades propias para el gobierno, ambición desmedida y descarada osadía, acompañadas muy frecuentemente de gran facilidad de palabra; que la elocuencia, vestidura de las ideas, sirve también para cubrir y disfrazar la incapacidad y la ignorancia.

 

 La puesta en escena de la Obra Bufa representada en el debate sobre el estado de la Nación y nacionalidades (Comunidades), nos cuesta a los contribuyentes unos cuantos millones de euros. Dieciocho puestas en escena, treinta y seis representaciones de una Obra Bufa que nada nos aporta ni nada nuevo nos dice. Obra Bufa en la que el pueblo no está representado por ningún comediante, estos solo representan a la “Familia Política” ejerciente en el gobierno de la Nación y gobiernos Comunitarios.

 

 Obra Bufa en la que el comediante portavoz, se sumerge en un monólogo que da cuenta y va desgranando logros y promesas de su grupo o coalición en el gobierno. Una vez terminado el enaltecimiento grandilocuente de las batallas conseguidas (?), le toca el turno al resto de los comediantes de los diferentes grupos que intervienen en la obra. Cada actor defiende (como no podría ser de otra manera) a su grupo, arremetiendo (como no) contra el grupo que gobierna, lanzándole dardos sin tregua por lo mal que lo hacen, se burlan de sus logros, de sus promesas, de sus propuestas, de sus disposiciones y dictatoriales modos. Se levanta el comediante que le toca representar al gobierno y con sutil vocabulario lo humilla e insulta socarronamente, Usted cuando pudo lo hizo peor, Usted cuando estaba no hizo nada, Usted cuando quiso no pudo, Su grupo el año pasado dijo, su grupo hace dos años propuso, el presidente de su grupo prometió apoyos.

 

 Una vez que los comediantes de turno sueltan sus bufonadas, le toca el turno al bufón mayor, este se lanza al vacío famélico y con los ojos fuera del casco (cabreo aparente, dándole más realce a la obra) defendiendo a capa y espada su programa de gobierno. Desde sus butacas los compañeros de viaje le piden calma, tienes tiempo, humillales de otra manera, insultales con otros modos, adulales que tendrás en cuenta sus propuestas, mofate con tu mejor sonrisa, con desparpajo dile que  miente. Los opositores lo contradicen, se ríen, le hacen guiños, no, no, eso no es cierto. El turno de réplica es más de lo mismo, la comedia continúa.

 

 Por último, le toca el turno al comediante portavoz, este con el palabrerío que le caracteriza va suavizando el acto escénico final; no se ponga Usted así hombre, cualquier día se queda Usted en el sitio, cuando su señoría Dña. Ana me dedica su sonrisa, no me queda otro remedio que decirle que sí, que tiene Usted razón, pero podría formularlo de otra forma, a su señoría Sr. Medina, puede Usted cambiar, cambie hombre. En su intervención lapidariamente dice con sonrisa incluida, ustedes tienen miedo de que sigamos gobernando. Oiga, tal como van las cosas, para tenerlo.

 

 Finaliza el acto entre aplausos y vítores de sus compañeros de gobierno y broncas y silbidos de los opositores. El comediante portavoz da las gracias a todos los actores, que una vez más han hecho posible la puesta en escena de esta gran Obra Bufa.

 

 Nos vemos en el bar y nos tomamos unos gin-tonic para celebrar lo bien que nos salió la comedia este año, mejor que la del pasado.

 

Oiga, ¿el comediante que representaba al pueblo que dijo? Nada, se quedó en cuadro.

 

 

 

José Antonio del Rosario

 

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