¿REACCIÓN
O REVOLUCIÓN?
¡Palabras
que nos llena el ánimo de esperanza al considerarlas como refugio de
salvación en una Sociedad profundamente decepcionada!
¡Palabras
nefastas, que excitan los más bajos y retorcidos sentimientos de
los que por la fuerza de la sinrazón las catalizan! Tales son los
extremos en que se las colocan, y la significación que se les dá,
por los que piden orden y por los que lo perturban.
¿Y
qué es la Reacción? (Actitud de oposición ante inadecuadas
innovaciones políticas, sociales, culturales, económicas, etc). En
este caso, es el motor que mueve a un pueblo por el secuestro de los
poderes públicos y constituciones a cuya sombra, careciendo de valor
real la idea de orden se acogen sistemas de gobiernos anárquicos y
dictatoriales que crece y se fomenta por los abusos que trae consigo
la demasiada amplitud en las instituciones de los partidos políticos.
¿Y
qué es la Revolución (del latín revolutio, "una vuelta")?
En nuestro caso, un cambio en las instituciones políticas al
servicio de la sociedad, basado en sistemas constitucionales
democráticos, surgido de la voluntad soberana del pueblo. Que
se puede producir simultáneamente en distintos ámbitos (político,
social, económico, cultural, etc.) Una transformación respecto al
pasado inmediato.
Prescindo
de otras aplicaciones susceptibles; ello es que dentro de la libertad
y en la misma Democracia sin variar el modo de ser de esta forma de
gobierno, la Reacción o la Revolución se hacen lugar y es a veces
necesaria ante los abusos, auxiliada por la fuerza para el
cumplimiento de la ley como deber represor haciéndose efectivo en la
Sociedad. Hace más la concentración silenciosa de un pueblo, que
el griterío soez y comportamientos pendencieros de cierta parte del
mismo.
Amo
el orden, la libertad y la justicia; pero el orden, la libertad y la
Justicia que nos ha traído este ensayo de pública represión de
nuestros derechos Constitucionales y Sociales, lo aborrezco y maldigo
desde el fondo de mi humana conciencia. Ignoraba que esos tres
elementos que componen la síntesis de un gobierno democrático,
habían de producir en la práctica la antítesis de su legítimo
significado; pero no ha sido preciso mucho tiempo para convencernos
tristemente de la realidad.
Más
de tres años llevamos padeciendo opresión, represión y recortes,
en todas las administraciones públicas y derechos constitucionales.
Y cada día se hace más inminente una Reacción en contra de tanto
desorden, una Revolución que por amor a esa misma Democracia encauce
el desbordamiento de las pasiones de las masas; que en su ceguedad y
en su ignorancia se entregan a toda clase de excesos. De lo contrario
morirá así que haya llenado su misión, bajo el peso de su
descrédito después de haber probado con la lógica de la práctica,
su imposibilidad de subsistir.
¿A
qué invocar su libre albedrío? ¿Por suerte esa libertad los
faculta para pisotear y escarnecer las leyes y los derechos
constitucionales de un pueblo, para obrar a nuestra satisfacción con
perjuicio, en la mayor parte de los casos, del derecho ajeno? ¿Qué
objeto tienen, pues, las leyes positivas si no se cumplen? Es cierto
que ese don precioso con que la Providencia ha distinguido al hombre,
le hace árbitro de sus acciones, no debe atacarse, bajo ningún
concepto, porque ninguno está facultado para imponer su autoridad a
otro sino en nombre de la razón; pero también es cierto que el
libre albedrío cuyo valor ignora esa parte de la sociedad que
compone la clase política, completamente desvirtuada por aquellas
causas, se hace efectiva peligrosamente.
El
hombre nace libre, es verdad, la conciencia de sus actos le concede
este carácter. Es libre para obrar el bien y ejecutar el mal; pero
esto nada explica cuando se trata del derecho ajeno. La libertad
civil y constitucional dista mucho del libre albedrío, como los
deberes perfectos o imperfectos, como la ley moral se distingue en
esencia de las leyes humanas. Sobre esto deben fijarse bien los que
invocan la libertad moral del hombre para ensalzar la Democracia.
Tenemos deberes y obligaciones que cumplir forzosamente, necesitamos
ajustarnos a reglas para la realización del orden, para disfrutar de
libertad, y para que la justicia tenga debida aplicación. Aquí
encontramos, pues, la libertad civil comprendida en las leyes que nos
rigen dentro de su esfera de acción.
Pero
el interés político personal y las pasiones soberbias, los apetitos
avariciosos y los instintos de ira, se oponen, así al cumplimiento
estricto de los deberes Constitucionales y la de Ley civil; y de ahí
la credibilidad política de estos últimos tiempos, que vemos
infringir a cada paso, ahora, más que nunca, cuando ahora mas que
nunca debiera respetarse la Constitución y la Ley que los impone.
Es
la Democracia, el sistema de gobierno más conforme al sentimiento
humano, y en el cual la sociedad ve colmadas sus aspiraciones si
fuera posible practicarse conforme a los principios democráticos. El
gobierno de este País no tan solo ataca a la libertad moral sino
también a la civil, convirtiéndose éste en verdadera tiranía. Ahí
están los hechos que nos presenta España entera. Los medios de
comunicación de todos los matices dibujan con negros colores el
desbarajuste en que se halla nuestro desgraciado pueblo, porque en
nuestra población, aunque en pequeño, vemos como anda la justicia y
como comprenden el orden y la libertad estos saqueadores políticos ,
principalmente demostrado en los comicios.
¿Está
el orden político y social perturbado? Lo está; por las
devastadoras políticas impuestas y la corrupción enquistada, pues
habrá que restablecerlo y afianzarlo, predicando menos y ejecutando
más. ¿Se abusa de la libertad cometiéndose a su sombra los mayores
excesos? Sin duda; el abuso proviene mayoritariamente del poder
político y empresarial que intentan secuestrarla. ¿Se pisotea la
justicia? Cierto; y la pisotean todos aquellos que creen estar por
encima de la misma, pues se hace necesario poner el remedio, no con
palabras melosas y de conveniencias, que todas son inútiles, como ya
lo hemos visto, sino aplicando enérgicamente la ley, sin tregua ni
cuartel. Así alcanzaremos consolidar nuestra Democracia poniendo en
ejercicio la Reacción y la Revolución que el pueblo con la fuerza
de la razón demanda.
Si
el orden, la libertad y la justicia no pueden realizarse cual
corresponde a una verdadera Democracia, si solo habrá de gobernarnos
la dictadura-anárquica, la licencia y la ilegalidad, venga en buena
hora otra clase de Reacción o Revolución que nos garantice el
orden, la justicia y la libertad conquistadas. Las aceptamos de todo
corazón, y en último caso siempre podremos vitorear. «Hemos
perdido la Democracia, hemos perdido la libertad, la justicia y el
orden porque no la merecíamos, porque sus mismos defensores la
sacrificaron con sus excesos».
José
Antonio del Rosario
No hay comentarios:
Publicar un comentario