LLÁMEME
VIOLENCIA HUMANA
La bestia humana ha llegado a tal
intolerancia, que cree tener licencia para emplear la brutalidad, el desprecio,
la humillación, el maltrato físico y sicológico, e incluso asesinar a otro ser
humano porque no se somete a lo que la bestia cree tener derecho.
Al igual que la flora y la fauna el
humano también nació libre, pero surgió la bestia con su intolerancia formando
batallones políticos, eclesiásticos, militares, caciquiles, comerciales,
sicarios, mafiosos, etc. Y dictó leyes y normar contra la tolerancia y la
libertad.
Epidemias distintas y un sólo
malestar: inclemente en su proceder que corroe la sustancia útil del país.
Profesionales del crimen de matar hombres y mujeres, profesionales del crimen
de matar almas. Profesionales del crimen de matar valores y cultura que para la
bestia no es de gran utilidad.
Sortean cuerpos, arrastran sables, reparten
hostias y precariedad en amigable camaradería, han sido durante largos lustros,
los amos efectivos e indiscutibles, de esta mugrienta lacra que
invade el País.
Animadores de una idiota fiesta, insensibles
a la tolerancia del machismo y feminismo que violentan y asesinan a sus
semejantes por creer que les pertenecen: alimentadores de una casta parasitaria,
autores de un patriotismo, que no es sino un grosero matonismo oficial, que
siembra de horrores con su
impronta intolerancia.
Ni la bestia puede quitarse de encima, ni
a humo de pajas, el perfil odioso y odiado de estos macabros peleles. Los ciudadanos inteligentes se ahogan en la charca de vulgaridad que son
los ámbitos ibéricos. No hay pánico a la ley, esta parece ser que no es lo
suficiente dura cuando la aplican ciertos servidores en la defensa de la
víctima, esta parece ser la culpable de casi todo. La prosa imprudente en los
medios de comunicación envilecidos y envilecedores, acorralan y atosigan a la victima sin importarles un
carajo su sufrimiento y su vergüenza para lograr su artículo de gloria.
Ya en sí, la expresión “violencia de
género” más conocida como violencia machista, es una violación de los derechos
y la defensa del hombre ante la violencia feminista hacia él. “Género, de muy antiguo también es sinónimo de
mercancía (el producto que se ofrece en venta)” Si aplicamos este sinónimo, la
trata de humanos para servicios vejatorio-sexual, vejatorio-laboral,
vejatorio-salarial, etc., continúa siendo muy rentable en este País.
El puñado de humanos que luchámos
abiertamente contra la bestia, además de ponernos enfrente del estoque asesino
y de una insuficiente ley como también de una clara excomunión episcopal, tenemos
que desafiar, por añadidura, los artículos de prensa de un rancio color amarillento.
Muchos están al pairo de esta lacra social, otros tantos están soporizados por la
Señora Rutina, que es nuestro peor enemigo.
Entre analfabetismo, drogas, cuernos, corrupción,
sables y hostias, una buena parte de la juventud española del último cuarto del
siglo pasado hasta hoy, se idiotiza hasta tal extremo, que le hechiza todo lo
que hace ruidos bonitos, todo lo que ofrecen conjuntos bonitos
de colorido y todo lo que se mueve
bajo el signo de un ritmo de circo o de feria.
Aún no podemos decirse que hemos acabado
con los bestiarios, ni mucho menos, que hemos destruido la fiesta nacional como
vandálico tipismo.
Gracias al tenaz compromiso-democrático
de unos cuantos abnegados espíritus revolucionarios se debe la formación de una
fuerte corriente de aversión hacia estos bestiales-rectores de la violencia,
que retratan la idiosincrasia de un país y de una época decadente.
José Antonio del Rosario
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