INDIVIDUO Y
SOCIEDAD
Ciencias Políticas y Sociales,
ninguna hay más interesante y más trascendental, ni que afecte tanto al
porvenir y la cultura de la humanidad, como el estudio de las relaciones del individuo
con la Sociedad, así como tampoco ninguna otra se ha controvertido más entre
opuestas y diversas opiniones.
Considérese al hombre solo, y aunque
se le dote de toda la plenitud de su inteligencia y actividad cultural,
aparecen confusos y vagos sus derechos y obligaciones. El Estado-Social es tan necesario,
que envuelve de tal manera al individuo, que no se concibe la existencia de este
sin aquel. Este eslabón entre el individuo y la Sociedad ha producido
lamentables errores en el modo de definir las relaciones del individuo con el
Estado, representante de la Sociedad.
¿La Sociedad se ha hecho para el
hombre o el hombre para la Sociedad? Si el fin de la asociación humana es, como
no puede ser de otra manera, el mejoramiento y perfección del hombre, no cabe
duda de que la primera parte de la proposición, es la exacta.
El individuo se ha hecho para la Sociedad,
en la que entra en ella por derecho existencial, se le considera al hombre derechos
naturales anteriores a toda Sociedad. Al constituirse esta, tiene que respetar
aquellos derechos, puesto que el poder Social,
delegado de los individuos, no puede estar revestido sino de los mismos derechos
que cada uno tenga y le dé. El hombre nace libre, y responsable de sus actos, tiene
el derecho, de que se respete su libertad y su propiedad que es consecuencia de
aquella; por consiguiente, las facultades del Estado, recibidas de los
individuos, no pueden extenderse más que a obligar a todos y cada uno a
respetar la libertad de los demás.
Pero hete aquí, que de ese Estado
formado por la Sociedad del individuo, emana la figura del poder ejecutivo
(poder administrativo), el poder legislativo (que promulga o revoca leyes) y el
poder judicial (que interpreta, hace respetar o invalida las mismas), y todo
esto, para supuestamente poner orden en la Sociedad. Del poder ejecutivo, nace
la figura del poder político, que en una Democracia real cada una de las partes
tiene su propia independencia, pues su principal misión (todas y cada una de
las partes), es la de ejecutar la voluntad popular del Estado constituido por
la Sociedad del individuo, a la cual representa y de la que debe ser su más
firme garante.
Si por consiguiente, la Democracia
no es real, se convierte en totalitarismo, donde el poder político nombra un
jefe de gobierno, este elegido por el poder político, deroga, promueve y
ejecuta leyes a conveniencia de aquellos que las pusieron en sus manos. Elevado
por el poder político, se erige en dueño y señor de una Nación, donde el Estado
constituido por la Sociedad del individuo, es sólo ganado, camino del matadero.
¿Le suena de
algo, posible amigo lector?
José Antonio del Rosario
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